La educación es costosa para aquel que no ha valorado el precio de la ignorancia...la lógica nos enseña a razonar con exactitud....
martes, 22 de enero de 2013
el peligro de Facebook
Las redes sociales, tales como Facebook, fueron creadas para mantenerse en contacto con amigos y familiares. Sin embargo, también pueden convertirse en un dolor de cabeza al aumentar los celos entre parejas e incluso causar divorcios.
Un reciente estudio por la Academia Americana de Abogados Matrimoniales reveló que el 80% de las pruebas de infidelidad que se presentan son muestras de interacción de los acusados de infidelidad dentro de las redes sociales; y Facebook es la causa de 1 de cada 5 divorcios en los EE. UU. Otro estudio llevado a cabo por Cyberpsychology and Behaviour Journal revela que en el mundo se registraron 28 millones de separaciones solo en el último año a causa de las redes sociales.
Es muy fácil seguir los movimientos de la pareja a través de esta red social. Las múltiples opciones que ofrece la página permiten, por ejemplo, ver los eventos y fiestas a las que se ha asistido y detalla con suma precisión dónde y con quién se estuvo. Para las parejas esto puede convertirse en un detonante que conduzca a una pelea e incluso una ruptura.
La red creada por Mark Zuckerberg cerró el año pasado con más de 600 millones de usuarios. Cada año, más y más estadounidenses usan esta red social para buscar una pareja para una relación extramatrimonial. En muchos casos, la gente se une a las redes sociales con el fin de encontrar a un antiguo amigo o camaradas de clase. Así, a veces aparece una amistad que a veces se convierte en una seria, o fugaz, pero real relación. Muchas personas utilizaron la red para reencontarse con sus exparejas, reencuentros que pueden derivar incluso a tener conversaciones de contenido sexual. Esta fue de las razones más fuertes que llevaron a separaciones.
Internet abunda en historias de cómo matrimonios felices fueron rotos por líos amorosos originados en Facebook. A veces, esta experiencia triste hace a la gente evitar la Red y las nuevas tecnologías.
Para poder controlar las relaciones virtuales, los especialistas recomiendan seguir dos reglas: Los novatos siempre tienen que preguntarse para qué usan Internet; esto ayudaría a no perder la cabeza. Otro camino para no mezclar la vida virtual con la real es pensar en qué se espera de las relaciones en las redes sociales y no participar en conversaciones de carácter íntimo.
Tampoco sería superfluo informar a su interlocutor que usted está en la red solo para reestablecer antiguas amistades y para saber cómo están sus amigos.
En el Reino Unido la influencia negativa de Facebook fue descubierta en 2009. Científicos revelaron que esta red social se menciona en cada quinta declaración de divorcio ya que a menudo los matrimonios encuentran mensajes amorosos en los perfiles de sus parejas que posteriormente citan en las declaraciones en la corte.
Según cuenta una de las 'víctimas' de Facebook, Pamela Solares una estudiante universitaria de Miami, su novio se pone a ver Facebook y la ignora. "Cuando miro lo que está revisando, lo encuentro contemplando como un baboso las fotografías de sus ex novias, lo que me enferma y nos causa problemas”, confiesó Pamela.
Pero más allá de convertirse en simple motivo de celos juveniles, la influencia de este sitio puede tener consecuencias negativas para la estructura familiar de la sociedad. En este sentido, un estudio reciente de la Academia Americana de Abogados Matrimoniales señala que las plataformas interpersonales son parcialmente culpables de uno de cada cinco divorcios en Estados Unidos.
El 81% de los juristas de este organismo (compuesto por más de 1.600 miembros) coincide en señalar que en los últimos cinco años el aumento de casos de divorcio es correlativo al uso de redes sociales como prueba para demostrar casos de infidelidad en las cortes locales.
“En mis consultas tengo varios casos relacionados con páginas sociales como Facebook. La evidencia está ahí, las fotografías, las cartas. La infidelidad no es cosa simple, pero cuando se puede corroborar, el caso es ciertamente causa de divorcio”, dice la abogada Hernanda Solzt.
A su vez, los expertos en terapia familiar sostienen que la tendencia de algunas personas es utilizar las redes sociales como herramienta para encontrar nuevas amistades o para reencontrar a viejos amores.
“En Facebook o Twiter, muchos se encuentran con ex novias o ex novios y ahí es donde si una pareja tiene problemas, uno de los cónyuges empieza a replantearse la situación y a jugar con la curiosidad del adulterio”, explica la terapeuta familiar, Stella Verna.
En este contexto, los contactos vía Internet pueden convertirse realmente en piedras en el zapato para el matrimonio.
Mientras continúa la discusión sobre si Facebook es motivo o no de divorcio, se recomienda utilizar las redes sociales con responsabilidad, aunque sea difícil ignorar el hecho de que esta plataforma social cuenta con alrededor de 600 millones de usuarios en todo el mundo, muchos de los cuales buscan nuevas experiencias, lo que quizás no sea lo más recomendable para una vida familiar tranquila.
Como respuesta a la serie de escándalos de las infidelidades de las celebridades, agencias de citas digitales crean sitios especializados… para los casados. Asimismo según la encuesta internacional anual llamada ‘Can’t buy me love‘ (No me puedes comprar amor), en el año pasado México fue un
Como respuesta a la serie de escándalos de las infidelidades de las celebridades, agencias de citas digitales crean sitios especializados… para los casados.
Asimismo según la encuesta internacional anual llamada ‘Can’t buy me love‘ (No me puedes comprar amor), en el año pasado México fue uno de los países que más visita estos sitios web para encontrar pareja. Actualmente no sólo los jóvenes prefieren buscar a su par en Internet.
“La encuesta mostró que un 53% de los mexicanos visitan páginas en la red con servicios para encontrar pareja, contra el 23% de Estados Unidos y 22% de Canadá”, dijo Adolfo Babatz, gerente de PayPal México.
Así una empresa norteamericana BlackDivine creó un portal Gleeden en Europa, Canadá y Estados Unidos para que hombres y mujeres casados se conozcan. Muchos estadounidenses están indignados por los portales de Internet que promueven la infidelidad.
Por ejemplo, este sitio, donde las personas sólo buscan un romance fuera del matrimonio. Por su lado, sus creadores garantizan confidencialidad. La información puede ser leída sólo por los usuarios registrados y no se pueden descargar las fotos. El único requisito es estar dispuesto a ser infiel.
Según uno de los creadores del portal, su único objetivo es que “la gente casada busque sensaciones nuevas, más allá de las que su pareja les produce. No estamos fomentando la infidelidad, sino respondiendo a una necesidad”.
Teddy Truchot, directivo de la compañía BlackDivine, afirma, que una de cada tres personas casadas no declara su estado civil en Internet.
En otro sitio web las mujeres jóvenes pueden buscar a millonarios que las ayude a solucionar sus carencias económicas. Portales como Sekingarrangement.com están diseñados para aquellas ‘cazadoras a los millonarios‘, en su mayoría casados, que deseen tener una amante, joven, sexy, pero sobre todo, discreta.
La mayoría de las mujeres que están registradas en este servicio, son estudiantes universitarias o aspirantes a actrices. Pero a menudo estas relaciones parecen más a la prostitución, que al coqueteo. El servicio es gratuito para las mujeres, mientras que los ricos deberán desembolsar 1.200 dólares, y entre sus regalos a sus amantes figuran cuentas bancarias con asignaciones mensuales.
La Iglesia ha llamado a estos sitios indignantes y alertó del mal uso de la tecnología para la destrucción de las familias. Pero no es el único proyecto, hay miles de tales sitios web. En las universidades ya aparecieron los estudios, que examinan la influencia de tales redes sociales como Facebook, que pueden facilitar la búsqueda de aventuras amorosas, la destrucción de las relaciones o al revés el encuentro con viejos amores.
A pesar de los prejuicios que existen en torno a estas páginas, mucha gente cree que pueden ayudar a hacer felices a las personas. La mayoría de la gente es más adicta a las redes sociales que al sexo. A esta conclusión llegaron los investigadores de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago después de estudiar los resultados de un sondeo que se llevó a cabo durante una semana en Alemania.
En el sondeo participaron personas de 18 a 85 años de edad que usaban sus 'smartphones' para informar regularmente a los investigadores del deseo que les surge de entrar en sus perfiles de Facebook o Twitter. También les escribían cuando querían practicar sexo o consumir alcohol o cigarrillos, entre otros productos. Según los resultados finales, nada resultó ser tan atractivo para la gente como usar las redes sociales.
“Lo que las hace tan difíciles de resistir es su alta disponibilidad y la falsa sensación de que abrir la página web correspondiente no cuesta nada”, explicó Wilhelm Hofmann, el científico que encabezó el estudio, en una entrevista al periódico 'Los Angeles Times'.
Curiosamente, entre las cosas más adictivas también figura el trabajo. Incluso los que logran combatir su deseo de sexo, de compras o de fumar un cigarrillo, se rinden cuando se trata de su ocupación profesional.
Anteriormente, los científicos de Harvard averiguaron que publicar un comentario en redes sociales como Facebook produce el mismo placer que el sexo o una deliciosa comida.
Sindrome de Otelo
El delirio celotípico, también conocido como el síndrome de Otelo, que provoca en algunas personas un comportamiento agresivo que puede llevar al acoso, suicidio o incluso al asesinato, está relacionado con un desequilibrio de un área específica del cerebro.
Este es el resultado de un estudio, que fue realizado por los científicos italianos de la Universidad de Pisa y publicado en la revista 'CNS Spectrums'.
Según los autores de la investigación, este síndrome se provoca por las alteraciones en la corteza frontal, la región cerebral que controla los complejos procesos cognitivos y afectivos. Para llegar a esta conclusión, los científicos desarrollaron un modelo teórico, basado en las observaciones clínicas de los pacientes con esquizofrenia, alcoholismo y la enfermedad de Parkinson, ya que los celos excesivos a menudo se encuentran entre los síntomas de estos trastornos.
Aunque los celos son un sentimiento completamente natural, a veces se transforman en una obsesión peligrosa que puede tener consecuencias desagradables. Los autores del estudio hacen hincapié en la necesidad de seguir desarrollando este tema, porque podría ayudar a conseguir una identificación temprana de este delirio. Al engañar a sus maridos y novios, las mujeres suelen tener más amantes que los hombres, según un sondeo llevado a cabo entre adúlteros. El estudio, realizado en el Reino Unido con la participación de 4.000 personas infieles, afirma que las mujeres son más promiscuas, con una media de 2,3 amantes secretos frente a los 1,8 de los hombres.
Mientras que los hombres siguen buscando variedad sexual por estar aburridos de su pareja o para mejorar su autoestima, las mujeres confiesan que necesitan satisfacción emocional y algo romántico en su vida más que cualquier otra cosa, y al no encontrarlo en su matrimonio buscan otras fuentes de consuelo. Por esta razón, las mujeres son mucho más propensas a enamorarse de sus amantes que los hombres infieles.
Sin embargo, las mujeres también son las que empiezan a sentir el deseo de tener relaciones extramaritales un poco antes que los hombres casados. Los hombres suelen esperar unos seis años después de casarse para buscar una amante y tienen alrededor de 42 años en ese momento, mientras que las mujeres lo hacen tras cinco años de matrimonio, con unos 37 años.
Las personas de ambos sexos que participaron en el estudio coinciden en que la monogamia es un estado poco natural para los seres humanos, a pesar de que el 76% de las mujeres y el 67% de los hombres afirman que siguen amando al mismo cónyuge al que están engañando y más del 80% de ambos sexos tienen la intención de permanecer casados.
lunes, 21 de enero de 2013
filosofia pre-socratica
El conocimiento antiguo, logrado por medio de la intuición, se está comprobando actualmente con la razón.
Como la mayoría de los pensadores de la cultura griega, los filósofos presocráticos fueron influenciados por ideas míticas provenientes de los poemas épicos, distinguiéndose por la aplicación de la racionalidad en la búsqueda de la verdad y por su concepción del hombre y la naturaleza como una unidad.
Estos filósofos trataron de buscar el origen de todas las cosas pero no pudieron explicar la diversidad.
Para Tales, (siglo VI a. de C.), fundador de la filosofía occidental, cuyo pensamiento representa el fin de la mitología, la fuente de todas las cosas es el agua, porque la humedad y el calor las hacen posible; y todo en la naturaleza tiene vida, incluso la materia aparentemente inanimada.
El agua para Tales es de índole metafísica más que física porque según este filósofo todo surge de un principio primordial divino.
Anaximandro, (siglo VI a. de C.), discípulo de Tales, fue el primero en formular el concepto de evolución y la idea de la existencia de innumerables mundos, con el mismo origen y que terminan volviendo a ese principio único, que denomina “apeirón”, una especie de sustancia indefinida, en cuyo núcleo germinan los opuestos.
Para Anaxímenes, (siglo VI a. de C.), discípulo de Anaximandro, también existe un principio último, que él considera el aire, como base del cambio, inspirado también por de una intuición metafísica de la existencia de una unidad universal.
Pitágoras, (siglo VI. a. de C.), considera que la esencia de todas las cosas es el número y que el alma es inmortal, con la capacidad de vivir múltiples vidas.
Su doctrina propicia la moderación, la austeridad y una moral severa, asemejándose más a los conceptos de la cultura egipcia, en cuanto a sus contenidos místicos y supersticiosos.
Como todos los demás cosmólogos, Heráclito, (siglo VI. a. de C), se eleva también sobre lo verificable empíricamente y propone al fuego como origen común de todas las cosas, planteando un nuevo enfoque filosófico, con la afirmación de que lo único real es el devenir, porque todo cambia.
Parménides, (siglo V. a. de C.), representa lo opuesto de la filosofía del devenir de Heráclito, y rechaza el conocimiento a través de la experiencia sensible, que sólo conduce a la opinión sin fundamento, porque el conocimiento científico exacto y verdadero del ser real sólo se obtiene por vía racional y es inmutable, inmóvil, indivisible, eterno, como una esfera compacta y rígida, porque lo real no puede ser una cosa y luego otra.
Por lo tanto el mundo sensible para Parménides es una ilusión e identifica al Ser con el pensar, formulando el principio de identidad y determinando una nueva forma de interpretar la realidad, que aún continúa hoy en día ejerciendo influencia en el conocimiento científico: el hombre separado de la naturaleza, que no puede comprender su vida sensible con la razón porque lo único que se considera real es el pensamiento racional.
Anaxágoras, (siglo V. a. de C), intenta comprender la diversidad proponiendo como principio de todas las cosas un amalgama compuesto de infinitas partículas diferentes, cuyo predominio determina la naturaleza de las cosas.
Esta amalgama indiferenciada, está ordenada por una inteligencia que además de ser principio de orden es también principio de movimiento.
Demócrito, (siglo IV. a. de C.), introduce la tesis de la existencia de dos realidades fundamentales, la materia y el espacio (lo lleno y lo vacío); descubriendo que el espacio es necesario para la existencia del movimiento.
Postula la doctrina de los átomos, según la cual la materia está formada por unidades indivisible que denomina átomos, siendo las cualidades de las cosas producto de la composición de esos átomos.
Los átomos son eternos, igual que su movimiento y las aglomeraciones de estos átomos son los que producen los cuerpos.
Los filósofos presocráticos sientan las bases de la filosofía occidental, aportando elementos útiles para esclarecer y formular principios que aún hoy en día forman parte de nuestro conocimiento científico.
Parménides provocó un fenómeno no deseado, el hombre fragmentado.Parménides comienza su obra refutando la teoría del continuo cambio de Heráclito; y sin quererlo descubre el principio de identidad. La realidad no puede ser una cosa y luego otra, porque esta afirmación está en contra de toda lógica.
Parménides es un gigante de la filosofía que contribuye con un aporte colosal que todavía hoy en día perdura.La contradicción que vio en la filosofía de Heráclito era que todo lo que nos muestran nuestros sentidos no es lógico y no se puede comprender con la inteligencia.
Este concepto ya era suficiente como para que el pensamiento de Parménides pasara a la inmortalidad, pero sus aspiraciones fueron mucho más allá y se atrevió a elaborar una doctrina propia inspirado por el descubrimiento de esta contradicción.De modo que a partir de la lógica irrefutable de que el ser no puede nunca no ser, propone como una consecuencia inapelable, que el ser es uno solo y que nunca comenzó ni terminará jamás, porque por lógica no pudo ni llegará alguna vez no ser.
Por las mismas razones, el ser no tiene extensión alguna ni bordes y tampoco se mueve.Parménides se daba cuenta, a pesar de sus afirmaciones, que la realidad era muy diferente a la descripción lógica que él hacía; que el mundo se caracterizaba por la diversidad, los cambios y el movimiento; por lo tanto llegó a la conclusión heroica de que todo lo que captamos con nuestros sentidos es ilusorio.
De esa manera extrae otra conclusión no menos original que propone la existencia de dos mundos, uno que se puede entender con el intelecto y otro que se puede sentir con los sentidos pero que no se puede comprender con la razón.Es decir, que lo único que tenemos para comprender lo que verdaderamente Es, es nuestro pensamiento racional y no necesitamos ninguna otra cosa.
Para Parménides el Ser es exactamente idéntico al pensamiento lógico y crea con este criterio, el fundamento del pensamiento de Occidente que perdura aún en nuestros días.
Marca un nuevo rumbo muy significativo en la filosofía, porque a partir de este filósofo el hombre se separa de la naturaleza y le costará aceptar que forma parte de ella.
Desde Parménides, la única forma de llegar al conocimiento del ser es con la razón, o sea, con nuestra intuición intelectual.La concepción de Parménides de un ser quieto, que continúa predominando en Occidente, no alcanza en la actualidad para comprender la realidad, a la luz de los nuevos descubrimientos. Por esta razón la ciencia ha tenido que recurrir a la verificación estadística para poder avanzar en la investigación de los fenómenos vivientes.
El predominio de la razón ha influenciado en el desarrollo de Occidente, generando el fenómeno de la deshumanización debido al predominio de la teoría sobre la práctica.
La naturaleza no se puede ajustar a patrones fijos e inmutables, porque es cambiante y difícil de predecir. Los avances científicos han sido importantes pero el hombre ha perdido su integridad en el camino y su relación con la naturaleza.
Demócrito y el Átomo
Demócrito era un filósofo griego del siglo V. a. de C., conocido por su sabiduría y también porque estaba siempre contento.
El comportamiento de la gente le provocaba risa por lo contradictorio y errático de sus actitudes y porque no se daban cuenta que ello era la causa de sus sufrimentos.Por el contrario a Heráclito, la forma de ser de la mayoría lo sumía en la más profunda tristeza.
Sólo se conserva una pequeña porción de su aporte, relevante principalmente porque por primera vez menciona la palabra griega “átomo” para designar al sustrato elemental de todo lo que existe.Estos átomos, son eternos e indestructibles y se diferencian solamente por sus dimensiones, estructura y desplazamiento, anticipándose con este razonamiento con sorprendente exactitud, a los descubrimientos científicos del siglo XX.
Hasta principios del siglo XX se creyó que el átomo era indivisible, pero con el descubrimiento de los electrones y el núcleo formado de electrones, protones y neutrones, se descartó dicha convicción, llegándose a creer que no existiría un elemento esencial a toda la materia sino que la división en elementos cada vez más pequeños sería infinita.
Ahora se sabe que el átomo, tiene un núcleo compuesto de protones y de neutrones y que la mayor parte del volumen de un átomo consiste en electrones.
Demócrito propone la existencia en la realidad de la materia y el espacio. Este espacio no significa la nada sino que implica algo imprescindible para hacer posible el desplazamiento de los objetos.Con respecto al movimiento, existen posturas interesantes, como la de Zenón de Elea(siglo V.a. de C.) que sostienen que en realidad el movimiento no existe.
Según la teoría de Einstein el tiempo es una construcción mental humana, por lo tanto, puede que el espacio tampoco exista. Si no existe el tiempo tampoco el espacio, porque el espacio y el tiempo son una unidad, por lo tanto, sería imposible la existencia del movimiento.
Sin espacio el movimiento sería sólo cambio y una ilusión de los sentidos, como lo es por ejemplo el cine que nos muestra a personas que se mueven pero que en realidad son la proyección de una sucesión de imágenes fijas que cambian a tal velocidad que producen la sensación de movimiento.Zenón de Elea (siglo V.a. de C.) no aceptaba la idea de la existencia del espacio, porque si el Ser está en un espacio, éste a su vez tiene que estar contenido en otro espacio y así hasta el infinito.
Pero según Demócrito, con respecto al movimiento, el desplazamiento de estas unidades indivisibles es permanente como las mismas cosas y ese movimiento es natural.Según él, este desplazamiento se produce en línea recta y al colisionar entre si se concentran dando forma de esta manera a todas las cosas.
En virtud de esta concepción, cuando un cuerpo muere se desintegra pero los átomos sobreviven y se reorganizan de otro modo.
La teoría de Demócrito esencialmente coincide con la postura actual sobre la existencia de un componente último que aún no se ha podido detectar.La naturaleza está efectivamente compuesta por átomos que se unen y que se vuelven a separar; de modo que un átomo que está en el núcleo de una célula de mi mano pudo haber pertenecido alguna vez al cuello de una jirafa.
Definitivamente este pensador no creía en poderes sobrenaturales ni concebía un plan primordial, sólo creía en los principios naturales, intrínsecos a todo lo que existe.Se imaginaba que hasta el espíritu tenía su componente último, algo diferente pero con el mismo significado, transformarse al dejar de existir en otra cosa.
Demócrito había encontrado una salida a la cuestión de la necesidad de la existencia de un elemento esencial y del cambio.
Como la mayoría de los pensadores de la cultura griega, los filósofos presocráticos fueron influenciados por ideas míticas provenientes de los poemas épicos, distinguiéndose por la aplicación de la racionalidad en la búsqueda de la verdad y por su concepción del hombre y la naturaleza como una unidad.
Estos filósofos trataron de buscar el origen de todas las cosas pero no pudieron explicar la diversidad.
Para Tales, (siglo VI a. de C.), fundador de la filosofía occidental, cuyo pensamiento representa el fin de la mitología, la fuente de todas las cosas es el agua, porque la humedad y el calor las hacen posible; y todo en la naturaleza tiene vida, incluso la materia aparentemente inanimada.
El agua para Tales es de índole metafísica más que física porque según este filósofo todo surge de un principio primordial divino.
Anaximandro, (siglo VI a. de C.), discípulo de Tales, fue el primero en formular el concepto de evolución y la idea de la existencia de innumerables mundos, con el mismo origen y que terminan volviendo a ese principio único, que denomina “apeirón”, una especie de sustancia indefinida, en cuyo núcleo germinan los opuestos.
Para Anaxímenes, (siglo VI a. de C.), discípulo de Anaximandro, también existe un principio último, que él considera el aire, como base del cambio, inspirado también por de una intuición metafísica de la existencia de una unidad universal.
Pitágoras, (siglo VI. a. de C.), considera que la esencia de todas las cosas es el número y que el alma es inmortal, con la capacidad de vivir múltiples vidas.
Su doctrina propicia la moderación, la austeridad y una moral severa, asemejándose más a los conceptos de la cultura egipcia, en cuanto a sus contenidos místicos y supersticiosos.
Como todos los demás cosmólogos, Heráclito, (siglo VI. a. de C), se eleva también sobre lo verificable empíricamente y propone al fuego como origen común de todas las cosas, planteando un nuevo enfoque filosófico, con la afirmación de que lo único real es el devenir, porque todo cambia.
Parménides, (siglo V. a. de C.), representa lo opuesto de la filosofía del devenir de Heráclito, y rechaza el conocimiento a través de la experiencia sensible, que sólo conduce a la opinión sin fundamento, porque el conocimiento científico exacto y verdadero del ser real sólo se obtiene por vía racional y es inmutable, inmóvil, indivisible, eterno, como una esfera compacta y rígida, porque lo real no puede ser una cosa y luego otra.
Por lo tanto el mundo sensible para Parménides es una ilusión e identifica al Ser con el pensar, formulando el principio de identidad y determinando una nueva forma de interpretar la realidad, que aún continúa hoy en día ejerciendo influencia en el conocimiento científico: el hombre separado de la naturaleza, que no puede comprender su vida sensible con la razón porque lo único que se considera real es el pensamiento racional.
Anaxágoras, (siglo V. a. de C), intenta comprender la diversidad proponiendo como principio de todas las cosas un amalgama compuesto de infinitas partículas diferentes, cuyo predominio determina la naturaleza de las cosas.
Esta amalgama indiferenciada, está ordenada por una inteligencia que además de ser principio de orden es también principio de movimiento.
Demócrito, (siglo IV. a. de C.), introduce la tesis de la existencia de dos realidades fundamentales, la materia y el espacio (lo lleno y lo vacío); descubriendo que el espacio es necesario para la existencia del movimiento.
Postula la doctrina de los átomos, según la cual la materia está formada por unidades indivisible que denomina átomos, siendo las cualidades de las cosas producto de la composición de esos átomos.
Los átomos son eternos, igual que su movimiento y las aglomeraciones de estos átomos son los que producen los cuerpos.
Los filósofos presocráticos sientan las bases de la filosofía occidental, aportando elementos útiles para esclarecer y formular principios que aún hoy en día forman parte de nuestro conocimiento científico.
Parménides provocó un fenómeno no deseado, el hombre fragmentado.Parménides comienza su obra refutando la teoría del continuo cambio de Heráclito; y sin quererlo descubre el principio de identidad. La realidad no puede ser una cosa y luego otra, porque esta afirmación está en contra de toda lógica.
Parménides es un gigante de la filosofía que contribuye con un aporte colosal que todavía hoy en día perdura.La contradicción que vio en la filosofía de Heráclito era que todo lo que nos muestran nuestros sentidos no es lógico y no se puede comprender con la inteligencia.
Este concepto ya era suficiente como para que el pensamiento de Parménides pasara a la inmortalidad, pero sus aspiraciones fueron mucho más allá y se atrevió a elaborar una doctrina propia inspirado por el descubrimiento de esta contradicción.De modo que a partir de la lógica irrefutable de que el ser no puede nunca no ser, propone como una consecuencia inapelable, que el ser es uno solo y que nunca comenzó ni terminará jamás, porque por lógica no pudo ni llegará alguna vez no ser.
Por las mismas razones, el ser no tiene extensión alguna ni bordes y tampoco se mueve.Parménides se daba cuenta, a pesar de sus afirmaciones, que la realidad era muy diferente a la descripción lógica que él hacía; que el mundo se caracterizaba por la diversidad, los cambios y el movimiento; por lo tanto llegó a la conclusión heroica de que todo lo que captamos con nuestros sentidos es ilusorio.
De esa manera extrae otra conclusión no menos original que propone la existencia de dos mundos, uno que se puede entender con el intelecto y otro que se puede sentir con los sentidos pero que no se puede comprender con la razón.Es decir, que lo único que tenemos para comprender lo que verdaderamente Es, es nuestro pensamiento racional y no necesitamos ninguna otra cosa.
Para Parménides el Ser es exactamente idéntico al pensamiento lógico y crea con este criterio, el fundamento del pensamiento de Occidente que perdura aún en nuestros días.
Marca un nuevo rumbo muy significativo en la filosofía, porque a partir de este filósofo el hombre se separa de la naturaleza y le costará aceptar que forma parte de ella.
Desde Parménides, la única forma de llegar al conocimiento del ser es con la razón, o sea, con nuestra intuición intelectual.La concepción de Parménides de un ser quieto, que continúa predominando en Occidente, no alcanza en la actualidad para comprender la realidad, a la luz de los nuevos descubrimientos. Por esta razón la ciencia ha tenido que recurrir a la verificación estadística para poder avanzar en la investigación de los fenómenos vivientes.
El predominio de la razón ha influenciado en el desarrollo de Occidente, generando el fenómeno de la deshumanización debido al predominio de la teoría sobre la práctica.
La naturaleza no se puede ajustar a patrones fijos e inmutables, porque es cambiante y difícil de predecir. Los avances científicos han sido importantes pero el hombre ha perdido su integridad en el camino y su relación con la naturaleza.
Demócrito y el Átomo
Demócrito era un filósofo griego del siglo V. a. de C., conocido por su sabiduría y también porque estaba siempre contento.
El comportamiento de la gente le provocaba risa por lo contradictorio y errático de sus actitudes y porque no se daban cuenta que ello era la causa de sus sufrimentos.Por el contrario a Heráclito, la forma de ser de la mayoría lo sumía en la más profunda tristeza.
Sólo se conserva una pequeña porción de su aporte, relevante principalmente porque por primera vez menciona la palabra griega “átomo” para designar al sustrato elemental de todo lo que existe.Estos átomos, son eternos e indestructibles y se diferencian solamente por sus dimensiones, estructura y desplazamiento, anticipándose con este razonamiento con sorprendente exactitud, a los descubrimientos científicos del siglo XX.
Hasta principios del siglo XX se creyó que el átomo era indivisible, pero con el descubrimiento de los electrones y el núcleo formado de electrones, protones y neutrones, se descartó dicha convicción, llegándose a creer que no existiría un elemento esencial a toda la materia sino que la división en elementos cada vez más pequeños sería infinita.
Ahora se sabe que el átomo, tiene un núcleo compuesto de protones y de neutrones y que la mayor parte del volumen de un átomo consiste en electrones.
Demócrito propone la existencia en la realidad de la materia y el espacio. Este espacio no significa la nada sino que implica algo imprescindible para hacer posible el desplazamiento de los objetos.Con respecto al movimiento, existen posturas interesantes, como la de Zenón de Elea(siglo V.a. de C.) que sostienen que en realidad el movimiento no existe.
Según la teoría de Einstein el tiempo es una construcción mental humana, por lo tanto, puede que el espacio tampoco exista. Si no existe el tiempo tampoco el espacio, porque el espacio y el tiempo son una unidad, por lo tanto, sería imposible la existencia del movimiento.
Sin espacio el movimiento sería sólo cambio y una ilusión de los sentidos, como lo es por ejemplo el cine que nos muestra a personas que se mueven pero que en realidad son la proyección de una sucesión de imágenes fijas que cambian a tal velocidad que producen la sensación de movimiento.Zenón de Elea (siglo V.a. de C.) no aceptaba la idea de la existencia del espacio, porque si el Ser está en un espacio, éste a su vez tiene que estar contenido en otro espacio y así hasta el infinito.
Pero según Demócrito, con respecto al movimiento, el desplazamiento de estas unidades indivisibles es permanente como las mismas cosas y ese movimiento es natural.Según él, este desplazamiento se produce en línea recta y al colisionar entre si se concentran dando forma de esta manera a todas las cosas.
En virtud de esta concepción, cuando un cuerpo muere se desintegra pero los átomos sobreviven y se reorganizan de otro modo.
La teoría de Demócrito esencialmente coincide con la postura actual sobre la existencia de un componente último que aún no se ha podido detectar.La naturaleza está efectivamente compuesta por átomos que se unen y que se vuelven a separar; de modo que un átomo que está en el núcleo de una célula de mi mano pudo haber pertenecido alguna vez al cuello de una jirafa.
Definitivamente este pensador no creía en poderes sobrenaturales ni concebía un plan primordial, sólo creía en los principios naturales, intrínsecos a todo lo que existe.Se imaginaba que hasta el espíritu tenía su componente último, algo diferente pero con el mismo significado, transformarse al dejar de existir en otra cosa.
Demócrito había encontrado una salida a la cuestión de la necesidad de la existencia de un elemento esencial y del cambio.
domingo, 20 de enero de 2013
relaciones de pareja segun Freud
Él ya había iniciado este trabajo de esclarecer la vida amorosa de los sujetos. De eso tenemos constancia por sus trabajos –cuatro, a los que les he dedicado algunos posts- que fueron escritos antes, pero que fueron reunidos en sus escritos breves por Freud mismo, bajo el título “Contribuciones a la psicología del amor”.
Me referiré hoy a Freud y a su noción de enamoramiento que tenemos como referencia clásica en uno de sus textos posteriores al giro de los ‘20, Psicología de las Masas y análisis del Yo, precisamente en el año 1921.Comienza dando una idea de que el lenguaje, como en todos los casos, intenta darle un nombre a las relaciones de afecto que ocurren entre las personas; a los muy diversos tipos de vínculos afectivos que existen entre los seres humanos. El lenguaje llama “amor” a estas relaciones, pero Freud dice que existen varias escalas dentro de este mismo término.
Así, comienza con aquella variedad del amor que implica investir a un objeto sexual con el objetivo de satisfacerse sexualmente. Aquí está en juego la corriente sensual o amorosa de la que Freud ya nos había hablado en su teoría del desarrollo sexual.Pero, es evidente que cuando esas pulsiones sexuales se dirigen a satisfacerse sexualmente a partir de esa investidura de objeto, en tanto “necesidad”, una vez satisfecha esa necesidad, necesita nuevamente hacer ese rodeo por el objeto, aún sin necesitar “amar”.
Nos recuerda Freud su teoría de la libido: el niño, en la primera infancia inviste a sus objetos con esta corriente sensual que la represión luego sepulta, quedando presente como relación con los padres, una relación basada en la corriente tierna, que es la que perdura.
En la pubertad reaparecen esas mociones sexuales con intensidad, pero orientadas ahora sí a metas sexuales, y se dirigen a objetos que reemplazan de alguna manera, sustituyen a esos primeros objetos de amor.
Dice Freud que a veces sucede que las corrientes tierna y amorosa o erótica han quedado muy separadas (luego de haber operado la represión) y aparecen estos fenómenos de enaltecimiento, de veneración del objeto de amor. El amor cortés del que la literatura nos ofrece múltiples ejemplos. El hombre prendado a un objeto intocable, con el que no mantiene relaciones sexuales efectivas, digamos que no lo excita; y a la vez es muy potente sexualmente con otras mujeres a las que no ama, e incluso desprecia.
Pero, según Freud, la normalidad estaría dada por la capacidad del hombre de sintetizar ambas corrientes, amorosas y sensuales, hacia la amada.
Y dice algo así como que a mayor amor tierno hacia el objeto, más se opone al deseo sexual.
En este tipo de enamoramiento es donde vemos esa sobreestimación del objeto de amor, que carece de defectos, que es superior a cualquier otra persona. Y Freud dice que esto tiene que ver con la Idealización.
Es que, dice Freud, en el enamoramiento influye la idealización, un proceso por el cual, valga la redundancia, idealizamos al objeto. Y es así que éste aparece sobreestimado, sobrevalorado.
La idealización.................. Siguiendo con esta teoría del amor en Freud, diremos que esa “tendencia a la idealización” afecta al juicio, dice Freud; es decir, al yo. Y eso mismo es lo que nos va a orientar.
En principio, tenemos el amor narcisista. Ocurre que en este fenómeno, en el enamoramiento, el yo le cede a su objeto su libido narcisista; ama al objeto como ama a su yo, dice Freud. Hasta llega a ser lo que suplanta ideales que el mismo yo no ha logrado alcanzar. Y que lo alcanza en estas vueltas que da por el objeto.
El tema es que cuando esta sobreestimación se vuelve más intensa, existe un proceso por el cual el yo va perdiendo toda su libido y el objeto se hace más grande, más importante, y el Yo queda empobrecido, desvalorizado, desapareciendo las exigencias sexuales. El yo está, en estos estados de enamoramiento, devorado por el objeto de amor.
Muchos casos existen del extremo de este cuadro, donde el yo se desvaloriza, se humilla casi voluntariamente, está totalmente absorbido por el objeto de amor.
Algo que suele observarse generalmente en aquellos amores que no son correspondidos. Porque, dice Freud, que en los amores recíprocos, luego de cada “acto sexual”, disminuye esa sobrevaloración del objeto…
Pero en aquellos amores desdichados, enceguecidos, en un intenso aminoramiento de su narcisismo, totalmente prendado de ese objeto, a la vez que el yo se abandona al objeto, el Ideal del yo, esa instancia crítica del aparato psíquico, cede en sus funciones, y todo lo que hace el objeto está bien, nada puede serle reprochado.
Es así que esa instancia crítica pasa a ser ocupada por el objeto de amor mismo. A tal punto que Freud nos reduce esta cuestión en una fórmula: “el objeto ha ocupado el lugar del Ideal del Yo”.
Y aquí hace una digresión respecto de la diferencia que existe entre la identificación y el enamoramiento tal como aquí lo describe.
Primero se refiere a Ferenczi y su concepto de “introyección”, a partir del cual dirá que en la identificación es el yo el que incorpora al objeto, tiñéndose así de sus rasgos y propiedades. Mientras que en el enamoramiento es el objeto el que se devora, el que se incorpora al yo, quedando un yo totalmente pobre, empobrecido, vacío.
Pero Freud dice aquí que no se trata tanto de cuestiones de empobrecimiento o enriquecimiento, de cuestiones “económicas”, sino más bien él propone una lectura más “esencial” de este fenómeno.
Que – sintetizando- en la identificación el objeto se abandona para ser luego reconstruido en el yo, quien queda modificado entonces, por los rasgos del objeto incorporado.
En el caso del enamoramiento, el objeto no desaparece, permanece. Y el yo lo dota de todas las magníficas cualidades.
De todos modos Freud no cierra la discusión en torno al tema y se pregunta si no puede ocurrir que el yo se identifique y el objeto se conserve…
Bien, esto es algo que suele suceder en la obra de Freud, él iba cuestionando sus propias teorizaciones, suponiendo a veces una figura tercera que hiciera de “juez imparcial” cuando él iba planteando sus descubrimientos clínicos y teorizando respecto de ellos.
Sexualidad y Cultura
Es muy interesante cómo Freud aborda este tema en su texto de 1910,Freud considera que lo que atañe a las pulsiones y sus objetos, es algo que vale tanto para los hombres como para los pueblos.
Nos dice que si antes, en la sociedad pagana hubo una desvalorización del amor y la vida, en una época en la cual la satisfacción amorosa no oponía dificultades, hizo su aparición la religión, a modo de formación reactiva, para que se restablezcan de alguna manera esos lazos afectivos indispensables para la humanidad.
Es así también que la vida de los monjes era prácticamente una lucha contra sus tentaciones libidinales. Casi se dedicaban con exclusividad a evitar ser tentados. Y si caían en determinadas prácticas, recurrían a castigos como la autoflagelación.
Es aquí que plantea que las pulsiones adquieren más “significatividad” cuando son frustradas. Asimismo, se pregunta si es también verdad que la pulsión pierde valor cuando se termina satisfaciendo…
Nos lleva al ejemplo del vino, más bien de la relación del bebdor con el vino. ¿Acaso no se compara el buen vino con el buen sexo? ¿Se conocen casos en que por tomar un mismo vino, le termine resultando sin sabor al bebedor?
Pues no, al contrario –nos dice Freud. Más bien, entre el bebedor y el vino existe un feliz matrimonio…
Así nos lleva al campo de la pareja y el amor, preguntándose por qué es tan variada la relación que tiene el que ama -el amante- con su objeto de amor.
Y dice que a esta altura ya tenemos que sostener que la pulsión sexual nunca se satisface plenamente.
Nos recuerda que en principio, sabemos que el objeto de elección sexual nunca es aquel primero al que las pulsiones se dirigieron. Y esto porque ha operado la represión. Así, ese objeto al que las pulsiones se dirigen en la vida adulta, dice Freud, son solo sustitutos del primero, reprimido. Es entonces que ninguno será del todo satisfactorio. Y tal vez con esto se explique esa imposibilidad de que un mismo objeto sexual se sostenga permanentemente a lo largo de la vida, y se dirija indefinidamente a objetos subrogados de aquel primitivo.
En segundo término, nos recuerda el carácter disgregado de la pulsión sexual antes de haber sucumbido a la represión. Dice que otras pulsiones, como la croprofílica y las sádicas, si bien han sido sofocadas por la estética cultural, los procesos que generan excitación no han variado, más allá de la cultura.
Sostiene con esto que tanto lo excrementicio como lo sexual son inseparables (que tampoco los órganos genitales corresponden a lo estéticamente aceptado en la cultura, conservando toda su “animalidad”)
Dice Freid que la cultura tiende, sin dudas, a aminorar las pulsiones sexuales, viviéndose entonces en una insatisfacción constante.
Así, concluye que la insatisfacción que hallamos en la cultura es un efecto de las peculiares características que han adquirido esas pulsiones sofocadas por la cultura.
Y que esa imposibilidad de la pulsión de ser satisfecha plenamente, es la fuente de las más exitosas muestras culturales. Dice Freud que si no existiera tal insatisfacción pulsional, no habría necesidad progreso.
miércoles, 16 de enero de 2013
La Mentalidad Pre-Logica
La mente humana ha experimentado una evolución a lo largo de la existencia de la humanidad. Los mecanismos mentales que capacitaban la actividad mental debían ser fruto de la evolución, de la adaptación al medio, al igual que el resto de órganos de nuestro cuerpo. Pero cuando se habla de evolución mental, probablemente la componente cultural tenga mucho más peso, por lo que podemos suponer que la conciencia, tal y como la conocemos no surgió con las mismas características en nuestros antepasados.
El investigador Alexander Romanovich Luria realizó unas famosas expediciones psicológicas a principios de los 30 para investigar las hipótesis de Vigotsky, según las cuales, el desarrollo de funciones mentales superiores está ligado al desarrollo del medio social y cultural. Investigaciones posteriores han confirmado lo que Luria se encontró por el camino. Los individuos pertenecientes a “sociedades tradicionales” (por diferenciarlas de las “sociedades modernas”) no responden utilizando modos silogísticos de razonamiento.Lucien Lévy-Bruhl había observado ya ciertas características que diferencian la forma del pensamiento “civilizado” de aquellas encontradas en lo que en esa época se daban en llamar, sin ningún tipo de pudor, “sociedades inferiores”. Una de esas diferencias era el despreocupamiento intelectual ante la contradicción lógica.
Las operaciones mentales, a las que denomina Lévy-Bruhl operaciones lógicas, son las que organizan en buena parte nuestras representaciones. Pero las representaciones tienen que ser colectivas porque la mentalidad es social. Las representaciones colectivas de los individuos civilizados suelen obedecer una serie de leyes generales, como por ejemplo la ley de la identidad, la de la contradicción, la generalización, la abstracción y la clasificación. También utiliza la ley de la causalidad para organizar sus representaciones y para explicar lo que ocurre en el mundo. Estas leyes toman parte en la formación de conceptos y tienen un papel en la inferencia, es decir, en los procesos mediante los que obtenemos conclusiones basándonos en información conocida. Por lo tanto, podemos considerar estas leyes como las operaciones más generales del individuo civilizado.
¿Cuáles serían las operaciones más generales de la mentalidad primitiva? Hay que considerar que las representaciones no son exclusivamente cognitivas, sino que están muy mediadas, en el caso de las culturas primitivas, por factores emocionales y motores. Ello se debe a las circunstancias en las que muchas de esas representaciones son adquiridas por los individuos en situaciones especiales, social y psicológicamente críticas, como, por ejemplo, las ceremonias de iniciación.
Uno de los puntos que llamó la atención de Lévy-Bruhl fue que el pensamiento de los individuos primitivos parecía tener, por lo menos en ciertas tribus, un recurso constante a la memoria, mucho mayor del que se encuentra en el pensamiento civilizado, y que vendría a convertirse en soporte vital del pensamiento primitivo. Mientras que el individuo civilizado confía en parte al ordenamiento lógico de los conceptos el papel de herramienta para recuperar información, el sujeto primitivo registra en un cierto orden en su memoria las representaciones, y ese orden memorizado sirve eventualmente, no sólo para recuperar una representación en particular, sino para inferir a partir de una representación la siguiente.
Atribuye a la mentalidad primitiva una carencia para las operaciones lógicas en sentido estricto, u “operaciones discursivas del pensamiento”. La conclusión a la que llega es que el conjunto de hábitos mentales que excluyen el pensamiento abstracto y el razonamiento propiamente dicho parecen encontrarse en un gran número de sociedades inferiores y constituir un rasgo característico y esencial de la mentalidad de los primitivos. Los principios de contradicción y de identidad son operaciones discursivas características del pensamiento del individuo civilizado, y son, desde luego, principios lógicos. Estos no están presentes en el pensamiento primitivo, sino que en lugar de ellos está una “ley de la participación”, que es una forma de mediar entre la identidad y la contradicción. Una mentalidad gobernada por la ley de la participación es lo que llama Lévy-Bruhl “una mentalidad prelógica”. No antilógica, ni alógica, puesto que no se complace en explotar las contradicciones, ni carece de cualquier lógica. Al caracterizar de esta manera la mentalidad primitiva, se refiere Lévi-Bruhl a las representaciones colectivas, pero no a las operaciones mentales de los individuos, que en muchos terrenos prácticos son perfectamente lógicas.
Otro tema que pone Lévy-Bruhl de relevancia en la mentalidad primitiva es la supuesta falta de atención y de interés por las causas que no sean inmediatamente evidentes. Cuando una causa no es evidente, el individuo pre-lógico no se preocupa de buscarla activamente, sino que explica el suceso en cuestión aludiendo a poderes místicos. Estos agentes causales son fuerzas ocultas, para las que no cuentan, ni las restricciones lógicas, ni las de tipo temporal o espacial, que son las que soportan las representaciones del individuo civilizado. En este sentido, dice Lévy-Bruhl, la mentalidad primitiva es mística, se explican mediante estas intervenciones la enfermedad, los accidentes, la muerte, la sequía, la mala cosecha, que en muchos casos y culturas se atribuyen por ejemplo a brujería o dioses enfadados. Según Lévy-Bruhl, en la mente primitiva los objetos perceptibles y las fuerzas invisibles confluyen. Las entidades místicas y la percepción no están separadas en los actos cognitivos, de modo que no se puede decir que esas entidades místicas no sean perceptibles, porque para el perceptor lo son. La distinción entre “lo dado” y lo percibido es inapreciable para el sujeto.
Según Lévy-Bruhl, en el pensamiento lógico, los juicios operan con conceptos previamente definidos. Las relaciones entre conceptos que se establecen en los juicios o síntesis, son posteriores a la constitución de los conceptos, y deben respetar las especificaciones de éstos. Mientras que la mentalidad pre-lógica constituye los “conceptos” a la vez que procede a relacionarlos en síntesis. Por esto dice Lévy-Bruhl que el pensamiento primitivo es sintético: no separa las dos fases de análisis y síntesis como lo hace el pensamiento lógico.
Es, sin embargo, esta, una caracterización muy cuestionada del pensamiento ordinario del individuo civilizado. La distinción entre analítico y sintético no parece fácil de trazar, según Quine; y otros autores han mostrado que no se pueden separar las significaciones de las palabras de, al menos, algunos de los juicios que formamos con ellas. Lo que añade Lévy-Bruhl es que estas representaciones y las relaciones que hay entre ellas no están sometidas a la lógica porque están sometidas a un imperativo social. Esto explica que no se libren a cualesquiera arbitrariedades permitidas por el desprecio de la contradicción y que las “síntesis” estén dadas junto con los conceptos. Si se dice de un sujeto es un hombre pájaro, entonces los conceptos de hombre y el de pájaro tienen que cargar con esa síntesis y tienen que participar el uno del otro. Es en este sentido en el que Lévy-Bruhl afirma que el pensamiento primitivo carece de la facultad de abstraer, esto es, carece de la facultad de crear conceptos con una extensión a la cual una cosa dada pertenece o no pertenece y constituidos con independencia de las síntesis en que figuren.
La diferencia fundamental entre el pensamiento pre-lógico de la mentalidad primitiva y el pensamiento lógico occidental reside, según Lévy-Bruhl, en el enraizamiento del primero en la esfera de las emociones y los sentimientos que sirven de ejes mayores a las representaciones colectivas, esto es, a las ideas que los miembros de un grupo social comparten y que son impuestas desde el exterior. Sin embargo, y contrario a la corriente evolucionista, Lévy-Bruhl no consideraba el razonamiento pre-lógico como un defecto o como producto de la estupidez o como forma rudimentaria de la nuestra, como un razonamiento inferior, comparable al de los niños del mundo civilizado, como hizo Tylor de alguna manera en Primitive Culture, al considerar la cultura como una sucesión de estadios desde lo salvaje a lo civilizado. Según Lévy-Bruhl, si vemos la mentalidad primitiva tal como ella se manifiesta en sus propias instituciones, dicha mentalidad aparecerá como normal en las condiciones que ésta se ejerce, como compleja y desarrollada a su manera. Hacia el final de su carrera, escribió, en una carta a Evans Pritchard, que el hecho de que los hábitos mentales de los individuos primitivos sean diferentes del de los individuos civilizados, no significa que ambos razonen de manera diferente, su pensamiento no es ni más ni menos lógico y reconoce que quizás el término pre-lógico había sido desafortunado, ya que definía claramente al pensamiento primitivo como coherente.
La heterogeneidad total que Lucien Lévy-Bruhl encuentra entre lo que él denomina el pensamiento “prelógico” y el pensamiento occidental, excluye toda posibilidad de relacionarlos en algún sentido. En virtud de que se rigen por reglas diferentes, el pensamiento occidental se enfrenta a la imposibilidad de comprender la “mentalidad primitiva”, ya que ésta se encuentra regida por la “ley de participación”. Esta ley, que se refiere a la propiedad del pensamiento primitivo de penetrar en la naturaleza a través de una “experiencia mística”, no tiene correlato en la “explicación” de tipo científico que domina la mentalidad occidental. Para el evolucionismo la distancia entre magia, religión y ciencia es mera cuestión de tiempo: los primitivos tendrán que superar algún día sus estadios fetichistas, politeístas o de falsa conciencia y lo lograrán gracias a la uniformidad de fondo del género humano: la unidad de su espíritu. El esquema heterogéneo levanta un muro infranqueable entre el primitivo y el occidental, y si ambos pensamientos coexisten, lo mismo da, puesto que no podrán establecer comunicación.
Lévy-Bruhl ha sido acusado de inventar una extraña mentalidad prelógica para atribuirla al pensamiento primitivo, pero la impresión que se tiene al leerlo es que es más inadecuada la idea que se hace de la mentalidad racional o científica. Cuando describe ésta depende de las idealizaciones que los viejos tratados de lógica habían construido sobre el pensamiento racional. Él mismo advierte que la racionalidad del individuo civilizado a la que se refiere es la que se encuentra definida en los libros de lógica, de filosofía y de psicología, y tiene en cuenta la posibilidad que el posterior estudio sociológico de las comunidades donde estos libros se escribieron muestre un panorama distinto. Cuando interpreta el pensamiento primitivo encuentra en él cosas que no estaban en los libros de lógica, estamos hablando de la primera mitad del siglo XX. Pero muchas de estas cosas parecen estar también en el pensamiento científico. Su concepción del pensamiento racional deforma, aunque él intenta evitar esta perturbación, la manera como cuenta las características del pensamiento primitivo, porque no puede escapar de esta idealización poco fiel.
La obra de Lévy-Bruhl hace una valiosa propuesta para indagar el pensamiento socialmente compartido, que consiste en inferirlo de las instituciones sociales. En el curso de su interpretación del pensamiento de otras culturas advierte muy agudamente rasgos que lo diferencian del pensamiento racional descrito por los lógicos, psicólogos y filósofos de la Europa del siglo XIX. Pero de lo que realmente no se ocupa es de cómo las instituciones sociales son materializaciones de esas representaciones colectiva.
La Observación según Hanson
La ciencia, glorioso logro del hombre moderno, se situa entre la matemática pura y la experiencia sensorial bruta. Esta posición genera tal tensión conceptual que no es raro que los filósofos estén perplejos.
La ciencia natural se interesa por los hechos de este mundo. Los resultados de tal interés se articulan en enunciados factuales. Ninguna colección de enunciados “no factuales” puede constituir una ciencia natural. Se precisa de la experiencia observacional para separar aquellos enunciados factuales que «se cumplen» de los que “no se cumplen”. «El observador» no es más que un detector animado; despersonalizado, no es sino un retículo de receptores de señales integrado con una eficacia y fiabilidad mecánicas considerables.
En esta medida y por este motivo, cualquier persona normal podría hacer observaciones científicamente valiosas. Los receptores de señales ópticas, no importa lo sensibles y exactos que sean, no pueden proporcionar todo lo que se necesita para observar por ejemplo, la resistencia eléctrica. Se presupone también un conocimiento; la observación científica es, por tanto, una actividad «cargada de teoría».
Ni los computadores fotosensibles sin cerebro, ni los niños, ni los elefantes, hacen observaciones científicas, por muy notables que sean su recepción de señales y su memoria.
Ser capaz de dar sentido a los sensores exige conocimiento y teoría, no sólo más señales sensoriales. Este reconocimiento de un fuerte elemento teórico dentro de la observación científica conduce algunas veces a los filósofos a dar a entender que las señales provenientes de la materia de que se trata son menos importantes de lo que realmente son.
El teórico presiona al observador con preguntas como «¿en qué medida las desviaciones del ‘caso ideal’ son atribuidas simplemente a la tosquedad del aparato experimental?», «¿hasta qué punto son fundamentales para nuestra comprensión de los fenómenos las desviaciones, amplitudes de error, fricciones, dislocaciones, deformaciones, etc. detectadas, cosas todas ellas inseparables de los instrumentos y técnicas de medición?».
En este caso, es como si la «forma conceptual» de nuestras propias teorías, de nuestra postura y estatura de las presuposiciones, determinasen dónde han de «limpiarse» las observaciones; dónde deben realinearse y reprocesarse de modo efectivo para ser insertadas en el marco teórico de una ciencia, su estructura para la inteligibilidad. Sin duda es muy importante reconocer este rasgo central de la observación científica.
La comprensión de los fenómenos se ve a menudo precedida por estudios sobre fluidos ideales, superficies sin fricción, palancas estrictamente rígidas, cuerpos perfectamente elásticos, envergaduras infinitas, traslaciones unidimensionales, partículas puntuales y, en general, «casos puros». Así, el ‘trabajo’ de laboratorio debe estorbar tan poco como sea posible a la principal función de la empresa científica, a saber, la consecución de comprensión teórica, de conocimiento.
Periódicamente, sin embargo, los teóricos quedan atrapados en una actitud de «tanto-peor-para-los-hechos». Históricamente, tal confianza parece casi comprensible, sobre todo después de los descubrimientos exigidos por la teoría, como los del antiprotón, el antineutrón, el neutrino, el positrón de Anderson… Pero aun así, el «punto medio» filosófico debe ser siempre el que reconozca que las observaciones significativas de una ciencia son aquéllas que cumplen los criterios de relevancia incorporados a la teoría vigente y, al mismo tiempo, son capaces de modificar esa teoría mediante el riguroso e inquebrantable reconocimiento de «lo que es el caso», de los hechos.
Lo que veo es lo que creo
La ciencia no fabrica los hechos, por mucho que pueda darles forma, color y orden. Pensemos en Johannes Kepler: imaginémosle en una colina mirando el amanecer. Con él está Tycho Brahe. Kepler considera que el Sol está fijo; es la Tierra la que se mueve. Pero Tycho, siguiendo a Ptolomeo y a Aristóteles, al menos en esto, sostiene que la Tierra está fija y que los demás cuerpos celestes se mueven alrededor de ella. ¿Ven Kepler y Tycho la misma cosa en el Este, al amanecer?.
En las retinas de Kepler y de Tycho se forman las mismas configuraciones. Así pues, ellos ven la misma cosa. Sin embargo la visión es una experiencia. Una reacción de la retina es solamente un estado físico, una excitación fotoquímica. Existe una gran diferencia entre un estado físico y una experiencia visual. Las disparidades entre sus descripciones aparecerán en interpretaciones ex post facto de lo que se ve, no en los datos visuales básicos.
Si se sostiene esto, aparecerán pronto dificultades adicionales. ¿Cómo llegan a organizarse las experiencias visuales? ¿Cómo es posible la visión?. El contexto nos da la clave. No se necesita, sin embargo, que dicho contexto sea establecido explícitamente. A menudo es «inherente» al pensar, el imaginar y el figurar. El físico ve un tubo de rayos-X, el niño una lámpara complicada. Tycho y Simplicio ven un Sol que se mueve; Kepler y Galileo ven un Sol estático.
El examen de cómo diferentes observadores ven cosas diferentes en x pone de relieve algunas cosas de interés en cuanto al ver la misma cosa cuando miran a x. Si ver cosas diferentes implica la posesión de conocimientos y teorías diferentes acerca de x, entonces, cuando ven la misma cosa debe tomarse, quizás, como que los diferentes observadores comparten conocimientos y teorías acerca de x.
Kepler y Tycho compartían los elementos de sus experiencias; pero su organización intelectual es muy diferente. ¿Pueden tener sus campos visuales una organización diferente? Es precisamente el sentido en el que Tycho y Kepler no observan la misma cosa el que debe tenerse en cuenta cuando se trata de entender los desacuerdos que existen dentro de la microfísica.
La física fundamental es, primordialmente, una búsqueda de inteligibilidad; es una filosofía de la materia. Solamente de manera secundaria es una búsqueda de objetos y hechos (aunque los dos cometidos son uña y carne). En cierto sentido, entonces, la visión es una acción que lleva una «carga teórica».
Ver cómo, ver qué
La observación de x está moldeada por un conocimiento previo de x. El lenguaje o las notaciones usados para expresar lo que conocemos, y sin los cuales habría muy poco que pudiera reconocerse como conocimiento, ejercen también influencia sobre las observaciones. Para Tycho y para Simplicio ver el amanecer era ver que el brillante satélite de la Tierra estaba comenzando su circuito diurno alrededor de nosotros, mientras que para Kepler y para Galileo ver el amanecer era ver que la Tierra, en su giro, les volvía a poner bajo la luz de nuestra estrella vecina.
Examinemos «ver que» en esos ejemplos. Puede que sea el elemento lógico que conecta el hecho de observar con nuestro conocimiento y con nuestro lenguaje. «Ver como» y «ver que» no son componentes de la visión en la misma medida en que las barras y los cojinetes son parte de los motores; la visión no es compuesta.
Con todo se pueden plantear cuestiones lógicas. «Ver como» y «ver que», por tanto, no son componentes psicológicos de la visión. Son elementos lógicamente distinguibles del lenguaje sobre la visión, según el concepto que nosotros tenemos de ésta. Ver un pájaro en el cielo implica ver que no caerá en barrena repentinamente; y esto es más de lo que aprecia la retina. Podríamos estar equivocados. Pero ver un pájaro, incluso momentáneamente, es verlo en todos estos aspectos. Como diría Wisdom, cada percepción implica una etiología y una prognosis.
«Ver que» inserta conocimiento dentro de nuestra visión; nos libra de reidentificar cada cosa que encuentran nuestros ojos; permite al físico observar los nuevos datos como físico y no como una cámara fotográfica. Como quiera que se interprete, la interpretación está allí, en la visión. Nos atreveríamos a decir que la interpretación es la visión.
Estas características lógicas del concepto de visión son inextricables e indispensables para la observación en la investigación física. ¿Por qué indispensable? Una cosa es que los hombres vean de una forma que permita el análisis de los factores en «ver como» y «ver que»; indispensable, sin embargo, sugiere que el mundo debe ser visto así. Esta es una afirmación más fuerte y requiere una argumentación igualmente fuerte.
Nuestra conciencia visual es dominada por imágenes; el conocimiento científico, sin embargo, es primordialmente lingüístico. La visión es, casi diría, una amalgama de imágenes y lenguaje. Al menos el concepto de visión abarca los conceptos de sensación visual y conocimiento. La fundamentación del lenguaje de la física, la parte más próxima a la mera sensación, es una serie de enunciados. Los enunciados son verdaderos o falsos. Las imágenes no tienen ningún parecido con los enunciados: no son ni verdaderas ni falsas. El conocimiento del mundo no es un montaje de piedras, palos, manchas de color y ruidos, sino un sistema de proposiciones.
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