Los que sobrevivieron fueron siete: M. Scott Carpenter, Gordon Cooper, Virgil Grissom, Donald Slayton, John Glenn, Walter Schirra, Alan Shepard. Cada uno de ellos voló en una cápsula Mercury, con la excepción de Slayton que permaneció en tierra a causa de no ser satisfactorias sus condiciones cardiacas. Sin embargo, Slayton se reincorporó en 1975, participando en la misión Apolo-Soyuz.
Sin embargo, el programa de adiestramiento sigue siendo tan duro y agotador como en los primeros tiempos. Sustancialmente, cuando se es elegido para ser astronauta es como volver a los bancos de la escuela: a pesar del título ya adquirido, los candidatos deben estudiar nuevamente matemáticas, meteorología, astronomía, física, adquirir familiaridad con las computadoras y estudiar navegación espacial.
Sin embargo, el entrenamiento físico representa el obstáculo más duro. Para habituar ante todo a los astronautas a la ausencia de gravedad que encontrarán en el espacio, se comienza a entrenarlos a bordo de un avión, un C-135 adecuadamente modificado en su interior, donde se recrea artificialmente la ausencia de gravedad por períodos superiores a medio minuto. Durante los momentos de gravedad cero, los astronautas deben practicar diversos tipos de actividad, manipular aparatos, comer y beber. Y no es nada fácil entrenarse a comer y beber en ausencia de gravedad.
El entrenamiento de los astronautas, obviamente es mucho más complejo de lo hasta aquí descrito: para ejercicios más largos en condiciones simuladas de ausencia de peso se utiliza una piscina especial, donde los astronautas pueden entrenarse incluso con el modelo de la lanzadera espacial. No faltan después las cotidianas manipulaciones en los simuladores de vuelo y cursos de especialización con ordenadores. Y es que la informática ha tomado un protagonismo importante, como en muchos otros aspectos de nuestra vida.
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