sábado, 28 de julio de 2012

trasplante de personalidad

 importantes científicos están estudiando algunos extraordinarios casos en los cuales los trasplantados no sólo reciben un órgano, sino también la personalidad del «dueño» originario del mismo. En el presente reportaje presentamos los sucesos más sorprendentes de esta índole, además de mostrar las posibles explicaciones a tan desconcertante fenómeno y las últimas investigaciones en torno al mismo, las cuales apuntarían a la existencia de un alma o conciencia inmortal y de naturaleza universal.  
En 1988 la bailarina Claire Sylvia fue sometida a un trasplante de corazón en el Hospital Yale-New Haven de Connecticut (EE UU). Desde los primeros días tuvo la persistente sensación de que alguien «invisible» la acompañaba. «Aunque no siempre podía detectar esa presencia extra, en momentos notaba como si una segunda alma estuviera compartiendo mi cuerpo», escribió en su libro A change of heart (Un cambio de corazón), en el cual da a conocer sus inusuales experiencias tras el trasplante. Lo sorprendente es que después de la operación comenzó a cambiar radicalmente de gustos. Se aficionó a beber cerveza, cuando nunca antes lo había hecho, a los pimientos verdes y a las alitas de pollo. Es más, cuando se despertó tras la intervención, pidió una cerveza. Y en cuanto pudo conducir de nuevo, el primer sitio que visitó fue un restaurante de pollo frito.
 
Pasado el tiempo, tuvo la oportunidad de conocer a familiares directos de su donante, un joven que había fallecido a los 18 años en un accidente de motocicleta. Éstos, sorprendidos, le confirmaron que el chico al que perteneció el corazón que ahora latía en Sylvia era un compulsivo bebedor de cerveza, solía freír pimientos verdes y su comida preferida, que deglutía a todas horas, eran las alitas de pollo.

Otro sorprendente caso que llamó la atención de la comunidad médica fue el protagonizado por la neoyorquina Debbie Delgado Vega, quien recibió un nuevo hígado in extremis, cuando estaba a punto de entrar en coma. Tras el trasplante, se pasó casi cuatro meses comiendo compulsivamente bocaditos de queso y caramelos emanems, además de empezar a practicar kickboxing y a escuchar música rap y house, cosas que jamás habían llamado su atención. Más sorprendente fue que, al despertarse de la operación, recordó «una especie de sueño» en el que veía a una chica latina de pelo castaño claro y ataviada con una camisa a rayas.

Meses después, conoció por casualidad a dos hermanas de su donante en una reunión de personas cuyos familiares habían ofrecido sus órganos. Éstas le dijeron que su hígado pertenecía a Howie Verin, un chico afroamericano que se quitó la vida de un disparo en la cabeza, además de asegurarle que sus nuevos gustos coincidían cien por cien con los de Howie. Pero más les impactó escuchar por boca de Debbie su repetitivo sueño. «Eso me asustó –dijo Lola, una de las hermanas de Howie– porque mi hermano se suicidó delante de su novia. Ella fue la última persona que lo vio con vida, y aquel día estaba vestida con una blusa a rayas». Y efectivamente, se trataba de una joven latina de pelo castaño claro… El Dr. Paul Pearsall, profesor en la Universidad de Hawái (EE UU), estudió junto a dos prestigiosos colegas, Gary Schwartz y Linda Russek, los relatos de 73 trasplantados que presentaron notables cambios en su conducta tras la operación, coincidentes con la personalidad del donante…

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