sábado, 24 de noviembre de 2012

Keops..matematicamente perfecta

La cábala de piedra
Se dice que la cábala primitiva estaba constituida por la suma del saber recibido por tradición. Por lo tanto, partiendo de este supuesto, cábala puede ser cualquier obra humana en que ese saber esté cifrado. Algunos afirman que la gran pirámide de Gizeh, llamada de Keops por hallarse enterrado allí este faraón, es una verdadera cábala de piedra, y que lejos de haber sido construida para servir de tumba a un rey, lo fue para perpetuar el saber recibido y transmitirlo a las generaciones venideras que supieran leerlo.

El extraño cúmulo de curiosas coincidencias que los científicos modernos han descubierto entre las medidas de esa pirámide y las que rigen el movimiento de la Tierra y establecen una perfecta relación entre la Aritmética y la Geometría -y entre ambas y la Astronomía-, parece que tienden a confirmar dicha hipótesis.

La pirámide de Keops, como todas, se halla en la ribera izquierda del Nilo, y es la más septentrional. Está situada exactamente en la base del delta de este no. Se considera, según algunos, que dicho monumento fue edificado durante el reinado de Keops o de Koufou, reyes de la IV dinastía, o sea, entre 3.000 y 2.500 años antes de Jesucristo, Se supone que Melquisedec o Enoc fueron los arquitectos que trazaron los planos. Según la tradición egipcia, uno de sus nietos, llamado Sisithros, llevó el plano a Egipto.

Los antiguos, con razón justificada, consideraban la Gran Pirámide como una de las siete maravillas del mundo. Por su altura. cercana a los 150 metros, y su base de más de cinco hectáreas, no es, realmente, comparable a ningún edificio levantado por manos humanas, y aún hoy se asombran los arquitectos y los ingenieros modernos el pensar en los medios empleados para acumular tal montaña de piedras.

Dice Herodoto que se emplearon diez años en construir la calzada por donde debían arrastrarse las piedras. Este camino tiene 925 metros de largo por 19 de ancho y 15 de alto en su mayor elevación es de piedras pulidas y está ornamentado con figuras de animales. Las piedras, conducidas ya labradas, eran enormes, algunas tenían cerca de diez metros de longitud. A. Moret cita un bloque de granito observado en el templo funerario que precede a la pirámide de Kefrén, que tiene más de 170 metros cúbicos y sobrepasa los 470.000 kilogramos. Las piedras están ajustadas con tal precisión, que puede pasarse la hoja de un cortaplumas por su superficie sin descubrir la fisura que las separa, aun cuando no estén unidas con mortero. Según afirma uno de los principales empresarios de canteras de los Estados Unidos, hoy no se posee ninguna máquina suficientemente perfeccionada para obtener dos superficies de diez metros de longitud y encajar sus bordes tan perfectamente como lo están las piedras de la pirámide de Keops.

El arquitecto de este monumento, quienquiera que fuese, lo hizo construir pensando en una obra duradera. Y consiguió su propósito. Porque esta antigua mole conservó, durante siglos, un revestimiento de piedras de colores diversos tan hábilmente aglutinadas, que se hubiera creído se trataba de un solo bloque de piedra desde la base hasta la cúspide. Y no se alteró su superficie hasta después de la conquista árabe. Además, el conjunto de la pirámide, constituida por 203 hileras de piedras, pesa alrededor de seis millones de toneladas, es decir, que se precisarían 6.000 locomotoras, tirando cada una de mil toneladas, para transportarla. Y, por otra parte, la riqueza actual de Egipto sería insuficiente para pagar a los obreros encargados de demolerla.


La época exacta de su construcción
En su propia estructura la Gran Pirámide indica la época de su construcción. Está construida en forma de que sus lados se orienten hacia los cuatro puntos cardinales, y de modo que el reflejo de las sombras acusara con una exactitud cronométrica los puntos esenciales del año solar, dando las fechas precisas de los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de invierno y verano. Además, sumando las dos diagonales de la base, aparece una cifra en pulgadas piramidales que es, precisamente, el número de años que se requiere para que los equinoccios vuelvan a la misma posición y tengan lugar sobre el mismo punto.

Ahora bien, este milenario monumento fue construido de tal manera que el eje de una de sus galerías recogiera la luz de la estrella polar de aquella época y cuando Sirio, la estrella más brillante del hemisferio Norte, al llegar al final de su órbita, dejaba caer sus rayos perpendicularmente sobre su cara meridional, mientras que el eje del otro corredor recogía la luz de las Pléyades, y así ambas galerías permitían que los rayos de esos astros bañasen la faz del faraón que estaba enterrado en la cámara central.

Durante trece mil años la polar será Vega, el hermoso sol azul de la Lira, y se sabe que en aquel remoto entonces la calidad de polar pertenecía a una estrella de la constelación del Dragón. Como sea que la coincidencia dé dichas estrellas en el meridiano de la pirámide, el parecer, sólo ha podido tener efecto hace unos 4.000 años, la disposición u orientación dada a las mencionadas galerías indica por si misma la época en que fue construido el monumento de Keops. Y parece que un estudio reciente de los objetos hallados en el interior, ha permitido comprobar que en efecto, es así.


Un meridiano natural perfecto
Cuando los sabios de la expedición de Bonaparte decidieron efectuar la triangulación de Egipto, la pirámide de Keops les sirvió de punto de partida de un meridiano central que tomaron como origen de todas las latitudes de la región, y cuál no sería su sorpresa cuando comprobaron que las diagonales prolongadas del monumento encerraban el delta formado por el Nilo en su desembocadura, y que el meridiano, es decir, la línea Norte-Sur, que pasaba por el vértice o cúspide, dividía el delta en dos partes exactamente iguales.

Pero aún hay algo más. Si dividimos la Tierra en arcos de un grado, advertiremos que la pirámide de Keops se halla enclavada en una línea que separa en dos secciones absolutamente idénticas las tierras que pueden ser habitadas por el hombre, lo que hace de ese construcción el meridiano natural e ideal de la población terrestre y que responde a todas las necesidades. En efecto, el meridiano de la Gran Pirámide es el que atraviesa un máximo de continentes y un mínimo de mares, y además, es exclusivamente oceánico a partir del estrecho de Behring, con la circunstancia ya aludida de que si se calcula la extensión de las tierras habitadas del globo, emergidas al Este y al Oeste, las divide en dos partes de superficie rigurosamente igual. ¿No es extraordinario?


El monograma del cristianismo
Otro detalle extraordinario, que sorprendió a los arqueólogos, es que la Gran Pirámide de Egipto se encuentra a igual distancia del Polo Norte que del centro de la Tierra. Y lo asombroso es que las líneas que marcan la distancia desde el Polo y del Ecuador hasta la pirámide, forman mediante los ejes de la Tierra el antiguo signo representativo del monograma redentor de la religión cristiana.


El problema de la cuadratura del círculo
Todo el mundo ha oído hablar de la cuadratura del círculo, que aún buscan algunos matemáticos, pues el problema es insoluble. Se trate de, dado un círculo cualquiera, trazar por medio de la regla y del compás un cuadrado de superficie equivalente o, expresado en términos vulgares, "cuadrar un circulo" o "encontrar su cuadratura, Ahora bien: la solución de este problema depende de calcular la superficie del circulo, sabiendo que el valor de su circunferencia está en relación con el diámetro. Ya se ha dicho que la cuadratura del círculo es imposible; pero puede admitirse como el valor más aproximado de la razón de la circunferencia al diámetro: 3,1415926 y prácticamente 3,1416.

Pues bien, el perímetro de los lados de la Gran Pirámide tiene el mismo radio en relación a la altura como el radio de la circunferencia lo tiene a la del circulo, proporciones que ofrecen la unidad de medida que facilitan la constante Pi que resuelve el problema geométrico de la cuadratura del circulo buscada durante tantos siglos. (La letra griega "pi" equivale a la P, y ha sido adoptada para designar la razón constante de la circunferencia del diámetro, porque es la inicial de periferia, que significa en griego circunferencia). Veamos la correspondiente comprobación. Sumando los cuatro lados deja base del monumento cuyo solar fue primitivamente de 232,805 del., obtenemos para el perímetro 931,22 metros, es decir 4 X 232,805 = 931,22. Si dividimos ahora la longitud de ese perímetro por dos veces la altura de la pirámide, que era en la época de su construcción de 148,208, encontraremos el valor de Pi: 931,22 / 2 x 148,208 = 3.1416.


Revelaciones geodésicas
La Gran Pirámide proporciona también unidades de medida basadas en la Naturaleza. Sabemos que los egipcios contaban las longitudes por pulgadas y codos. Pero había dos sistemas de medida: las medidas ordinarias para el pueblo y las medidas sagradas empleadas únicamente por los sacerdotes. Ahora bien, el codo sagrado, que se le designa frecuentemente con el nombre de codo piramidal, fue el que emplearon los constructores del monumento. Pero resulta que el codo piramidal es, exactamente, la diez millonésima parte del radio polar de la Tierra, lo que da una unidad de medida de matemática precisión para todas las latitudes, cosa que no ocurre con nuestro metro moderno.

En efecto: el codo sagrado estaba dividido en 25 pulgadas piramidales. Y la pulgada piramidal es sensiblemente la misma que la pulgada inglesa, toda vez que 999 de éstas hacen 1.000 de aquéllas, lo que nos da para la pulgada piramidal 25,4264 mm., y para el codo piramidal o sagrado 25,4264 X 25 = 0,635660 del. Por tanto, el codo sagrado que sirvió a los arquitectos egipcios en la construcción de la pirámide de Keops equivalía, pues, a 635.660 mm. Y la asombrosa coincidencia, multiplicando este codo por 10.000.000 aparece la cifra 6.356.600 metros, que es precisamente el valor que la ciencia actual asigna a la longitud del radio polar terrestre.

Pero todavía hay más coincidencias, y no menos sorprendentes. Si multiplicamos la longitud de la antecámara que precede a la cámara del rey, después de haber evaluado las pulgadas piramidales, por 3,1416 nos da como resultado 365,242, número de los días que fija exactamente la duración del año, que ni los griegos ni los romanos supieron calcular. Y por si eso fuera poca, hallamos también la duración del año bisiesto en cada lado de la base del monumento, expresada en codos piramidales o sagrados.

Además, la Gran Pirámide representa una medida proporcional del peso de nuestro mundo. Calculado el volumen de la pirámide y multiplicado por 2.06, densidad media de las piedras que la forman, descubrimos que las tres primeras cifras que se obtienen nos proporcionan la densidad del planeta que habitamos, que según experimentos recientes, se afirma es de 5,52. Y tomando por base (como unidad de peso) un codo público que tenga la densidad media de la Tierra, hallamos que el peso del monumento de Keops seria el peso total del globo terrestre en la razón de 1 a 10" 6 1 a 10".


Revelaciones astronómicas
He aquí otras extrañas y no menos sensacionales coincidencias. Si multiplicamos por un millón la altura de la Gran Pirámide, obtendremos la distancia que media entre la Tierra y el Sol. Multiplicando la pulgada piramidal por cien mil millones, se encuentra la longitud del recorrido que hace la Tierra sobre su órbita en 24 horas. Y si se multiplica, a su vez, este número por los 365 días del año, tendremos la longitud de la órbita de la Tierra en torno al Sol.

Pero todavía hay más, la pirámide de Keops es un exponente de las proporciones geométricas que rigen la mecánica celeste. Si expresamos en codos piramidales el arco descrito por el globo terrestre en 24 horas, aparece un número que es múltiplo de 3,1416, o mejor dicho de 2 Pi, expresión que desempeña un papel muy importante en matemáticas. Y levantando un cuadrado sobre la altura vertical del monumento, ese cuadrado sería exactamente igual a la superficie de cada una de las caras triangulares del mismo y contendría todos los elementos geométricos que entran en la mecánica celeste.


Los dioses llegados de las estrellas
¿Cómo lograron los sabios de tan lejanos tiempos conocer todos estos datos? ¿De qué medios disponían para escrutar las profundidades del cielo? Si examinamos la leyenda de Isis y Osiris, descubriremos que esta misteriosa pareja, hermano y hermana, unidos en matrimonio divino, descendió a la tierra egipcia en una especie de nave celestial, con la misión de educar a los primitivos pobladores del valle del Nilo.

En abril de 1955, el eminente egiptólogo inglés Walter Bryon Emery, dio en el Metropolitan Museum de Nueva York, un comunicado que apasionó al mundo científico porque se relacionaba con el gran enigma que aún se cierne sobre los acontecimientos que señalaron la primera civilización conocida en el globo, la del antiguo Egipto. Después de treinta años de estudios y excavaciones en los lugares que vieron aparecer el primer faraón, los investigadores han descubierto pruebas evidentes que permiten suponer que los sacerdotes egipcios conocían los secretos atómicos cinco mil años antes de que los sabios modernos los descubriesen, Bryon creyó posible poder demostrar que no existía ningún indicio de hombres civilizados hace alrededor de seis mil años.

Luego, sin transición aparente, el antiguo habitante de las cavernas se dedicó a construir palacios asombrosamente artísticos. Súbitamente se encontró en posesión de una técnica y de útiles perfeccionados que le permitieron trabajar la piedra, la madera, el cuero, el marfil, el oro e inclusive hacer trabajos textiles. ¿De dónde llegó esa extraordinaria ciencia..?.
Después de haber comprobado que nada la precedía ni la explicaba, el eminente sabio confesó: "Todo sucedió como si los salvajes habitantes del Valle del Nilo hubieran recibido, un buen día la visita de algunos instructores sobrenaturales llegados en platillos volantes".-

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