miércoles, 6 de junio de 2012

Pura logica..nada de otro mundo..

  En realidad, todos los seres humanos poseen un grado similar de inteligencia, más allá de la complejidad de la civilización desarrollada. Eso se ve al estudiar a los pueblos primitivos existentes aún hoy. Lo que sucede es que el desarrollo de cada sociedad depende de sus necesidades, de los recursos naturales y de las técnicas que ha logrado inventar. Por ejemplo, una sociedad nómade no necesita generar ciudades ni técnicas de labranza; pero en cambio, posee conocimientos especializados en migraciones animales. Los hombres primitvos sabían cómo hacer fuego. Me pregunto cuántas personas de nuestra sociedad moderna serían capaces de hacerlo si carecen de cerillas, o electricidad. Veamos un ej simple  para entender esto  un poco, el sol, no es ningún misterio que es fuente de calor.                                  .                                            Ésto lo saben los humanos más primitivos, y hasta los animales. El hombre es un ser diurno. La oscuridad representa para él, peligros ocultos, amenazas, lo desconocido, etc. Por ende, el hombre asoció desde antiguo al sol con la luz, lo benéfico, la salud, el abrigo, etc. Más adelante, llegó a relacionar al sol con las estaciones. Al serle necesario prever la etapas de siembra, cosecha, de parición de los animales, no pudo menos que asignar al sol atributos divinos, a falta de explicaciones lógicas o científicas.
Lo de las pirámides es de lo más simple y comprensible. En algún momento los humanos primitivos comenzaron a enterrar a sus muertos. Probablemente fueron muy queridos y respetados en vida, así que empezaron a inhumarlos con sus enseres, armas, etc., favoritos. para resguardar los restos de los carroñeros, y además reconocer el lugar posteriormente, comenzaron a a acumular pilas de piedras, llamados "túmulos". Estos podían derrumbarse por efecto del tiempo: tormentas, terremotos y demás. En algún momento, se descubrió que si túmulo poseía una mayor base que su pináculo, se tornaba y duradero. Esto permitía acumular grandes cantidades de piedra (o materiales diversos), y alcanzar alturas cada vez más descollantes, de ahí tras un largo proceso, se llegó a las pirámides. Sus estructuras son tan estables y vigorosas que se cuentan entre los monumentos preservados más antiguos. Nada del otro mundo ni misterioso.
Algunos animales han llegado a un tratamiento especial del problema de la muerte. Los elefantes recuerdan dónde se encuentran los restos de algún congénere; en sus largas peregrinaciones, las manadas se detienen un largo tiempo ante los huesos, los husmean, acarician, y parecen reconocerlos; luego prosiguen su viaje        . Los más cercanos a los humanos son los monos. Recuerdo haber observado hace años, un documental por televisión sobre la vida de un grupo de macacos japoneses. Estos llegaron a colonizar una laguna termal próxima al mar, a dónde concurrían durante el invierno, para someterse a confortables baños calientes. Alguno de ellos aprendió a nadar, algo que no sabían antes de descubrir la fuente. Los humanos acostumbran a alimentarlos con trigo o patatas. Se documenta un caso de una hembra a quien la patata que estaba por comer se le cayó al agua del mar, y al recuperarla notó un mejor sabor debido a la sal marina; de donde adoptó el hábito de aderezar su comida. Este descubrimiento se expandió progresivamente en su grupo. Las hembras gestan por lo general, una sola cría, la que es cuidada por ambos padres, aunque es la madre quien se encarga de su instrucción. En un caso, una mona tuvo una cría que falleció al poco tiempo. Usualmente en esos casos, las madres conservan el cadáver por pocos días, tratan de reanimarlo, hasta que finalmente lo abandonan. Esta mona mantuvo el cadáver, intentaba alimentarlo, y lloraba de manera lastimera durante meses. Estos ejemplos señalan la impresión que mantienen de la muerte algunos animales.
Los seres humanos deben haber iniciado ritos de enterramiento desde las épocas más primitivas. Primero habrán dejado los cadáveres expuestos a la intemperie. Luego, tal vez por el recuerdo del difunto, por los sueños, y hasta pesadillas, habrán pensado en alguna especie de supervivencia. Entonces, buscaron preservar los restos, enterrándolos y/o cubriéndolos de piedras, o escondiéndolos en cavernas protegidas. Con el tiempo diversas culturas se volvieron sedentarias, lo cual favoreció la preservación de restos mortuorios, en tumbas individuales o colectivas. Los yacimientos más antiguos datan de alrededor del 10.000 a.e.c.; es decir: los comienzos del neolítico.
Entre los egipcios primitivos, la primera región colonizada fue la del lago Moeris —así llamada por Heródoto, y después de él por los griegos—. Hoy se conoce como Birket Qarun en la región de El Fayún, y se localiza a unos 130 km. al suroeste de El Cairo, prácticamente rodeada por el desierto del Sahara. Se lo considera un residuo del antiguo Sahara fértil, progresivamente desertificado por el cambio climático derivado de la última glaciación. El lago actual, aunque importante, es una ínfima parte de lo que fue en sus inicios. Sus habitantes desarrollaron una cultura agrícola muy avanzada para su época     a.   Enterraban a sus muertos en el desierto, fuera de sus lugares de poblamiento. La sal del desierto contribuía a deshidratar los cadáveres y a preservarlos con un cierto parecido a la imagen en vida (momificación natural). El lago por efecto de la evaporación, y lluvias cada vez más infrecuentes, se volvió salado. Los habitantes lograron enlazarlo con el Nilo a través de un canal, con lo que pudieron irrigar sus sembradíos y proveerse de agua dulce. Desde esta zona comenzaron a colonizar las riberas del Nilo. Éste, en cada inundación, proveía de un limo fértil que arrastraba desde su recorrido. El aprovechamiento de este limo requería de una organización colectiva cada vez más compleja en la medida del crecimiento de la población. Algunos miembros ilustres de esas comunidades habrán merecido a juicio de su comunidad un respeto especial. Por ello se intentó preservarlos mediante monumentos funerarios. Pero en el seno de estos monumentos, los restos eran atacados por la humedad, lo no sucedía con los enterramientos en el desierto. De ahí nacieron las técnicas de embalsamamiento (momificación artificial). Estas técnicas requerían cuidados y ritos especiales muy caros, de suerte que solo los miembros más encumbrados de la sociedad podían afrontarlos. Para los egipcios, el cuerpo era el recipiente del ka, o fuerza vital. En el caso de los reyes, su ka les aproximaba al dios, de ahí la importancia del embalsamamiento del cuerpo para preservarlo por toda la eternidad.        .
Sin embargo, no todos los pueblos antiguos apelaron a la momificación. En muchas culturas se recurrió a la incineración; notoriamente los griegos, romanos, germanos, vikingos, etc. Otras aplican la consunción por animales; por ejemplo los mazdeístas (zoroastrianos) actuales, exponen los cadáveres en la llamada “Torre del Silencio”, donde son consumidos por aves carroñeras. Hasta hace pocas décadas, los esquimales que preveían su próxima muerte, se alejaban del grupo a la tundra helada, donde morían de frío, y lógicamente eran consumidos por osos, lobos o zorros.
Las momias americanas preincaicas, no guardaban semejanzas con las egipcias. Los cadáveres eran depositados en posición fetal forzada dentro de vasijas de cerámica, en el páramo andino. Entre los mexicas y mayas no se practicaba la momificación; a lo sumo, se conservaba el cráneo del difunto.
En síntesis, las costumbres funerarias de culturas muy alejadas en la geografía y la historia, son propias de cada una, y generalmente no están emparentadas.
Los pueblos primitivos desarrollaron conocimientos en función de sus necesidades prácticas. Así, los egipcios que se establecieron a orillas del Nilo, desconocían el origen de ese río y la causa de sus periódicas inundaciones, tan importantes por la deposición del limo, pues en Egipto nunca llueve. En realidad, el Nilo nace en el África central, en la quenzona de los grandes lagos. Al producirse en esa zona las grandes lluvias anuales, el río desbordaba y acumulaba enormes cantidades de sedimentos. Los egipcios notaron que esas inundaciones coincidían cada 365 días, para lo cual debieron desarrollar sistemas de conteo y sumas y restas. Elaboraron un calendario de doce ciclos sobre la base de las fases lunares. De ahí surgió el primer calendario anual conocido. Se componía de doce meses de treinta días cada uno, y al final, se añadían cinco días adicionales. Este calendario fue el origen del que hoy usamos     s.            Se acepta que hacia el s. XXVIII a.e.c. (hace unos 4800 años), ya se hallaba en uso.
Las inundaciones anuales disolvían las formas y dimensiones de los predios de labranza. Esta circunstancia era crítica para estimar los sembrados y cosechas. Este fue el origen de técnicas de medición yu cálculo de longitudes y superficie; es decir: la geometría, o "medición de la tierra".
En los pueblos agrícolas suele suceder que se observa que las semillas siguen un ciclo de nacimiento, vida, muerte aparente y resurreción. En el caso egipcio se relacionó con el ciclo del dios de la vegetación, Osiris, quien enseñó a los hombres las artes de los cultivos. Fue muerto por su hermano menor Set (asociado a la esterilidad y la muerte del desierto), descuartizó su cuerpo y lo sembró en el cielo, los cual aportó la explicación de las estrellas del firmamento, que aparecen en la noche. Isis la amorosa esposa de Osiris, recuperó casi todos los fragmentos del cuerpo de éste. Pero le faltó iuno de ellos. Así que Osiris no pudo reinar sobre los hombres, y se reservó el reino de las almas de éstos, en el inframundo, a donde descendían las almas de los muertos. El hijo de Osiris e Isis, Horus, venció y mató a Set, con lo que se consolidó el triunfo de la vida sobre la muerte.
Este ciclo se asoció con el día. El sol poniente, Osiris, declinaba hasta morir en la noche, en que aparecían los astros nocturnos; Isis era representada por la luna, que caminaba por el cielo en busca de los fragmentos de su marido; la noche representaba el triunfo de Set; el sol naciente, Horus, representaba el triunfo de la vida y la luz sobre la muerte y la oscuridad.

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