jueves, 25 de octubre de 2012

Errico Malatesta: "AMOR Y ANARQUÍA"



*para que la escuhen mientras leen:



Errico Malatesta es uno de los grandes teóricos (y gran difusor) del anarquismo moderno y con él podemos decir que se cierra la etapa de los clásicos anarquistas (Proudhon, Bakunin y Kropotkin). Sus teorías influirán en las nuevas corrientes filosóficas que surgen a fines del XIX y comienzos del XX entorno al neokantismo y neoidealismo.Malatesta se presentaba como un hombre
Concreto, un revolucionario que quería destruir
Pero también construir, que poseía una culturaConsiderable pero que no quería exhibirla si no
era necesario.
NIÑEZ Y JUVENNTUD:

Errico Malatesta nació el 14 de diciembre de 1853 en Italia, en un contexto familiar pequeño burgués. Durante su juventud podria decirse que adhería al republicanismo de Mazzini ejemplo de aquello es que a los catorce años es llevado a la comisaria de Nápoles por haber escrito una carta contra Víctor Manuel, luego a los diecisiete es detenido, tras un motín organizado por un círculo estudiantil republicano de la Universidad de Nápoles.

En 1869 comienza medicina en Nápoles, al año siguiente es expulsado de la Universidad y en 1871 vuelve a la cárcel, mientras se declara la Comuna de París (es durante este periodo de su vida Malatesta se aleja del republicanismo y comienza a empaparse del ideario anarquista).


En 1872 conoce a Bakunin mientras participaba en el congreso Internacional de Saint-Imier en Zurich, allí ambos fundan la Alianza de los Revolucionarios Socialistas. Como dato anexo en 1874 se vuelve mecánico. Posteriormente, Malatesta inicia un período de viajes con la finalidad de participar en distintas agitaciones sociales. Entre los países en los que viajó figuran Suiza, España, Egipto, Rumanía, Francia, Bélgica e Inglaterra. En Egipto fue uno de los impulsores del movimiento anarquista local. En 1879 conoce en Ginebra a Kropotkin. En 1881, Londres le acoge como exilado. Asiste al Congreso Internacional Socialista.

ADULTO:



Cuando vuelve a Italia, en Florencia funda el periódico La Cuestión Social. Por haber reorganizado la Internacional es detenido, y puesto en libertad provisional a final de año. En 1884 asiste, gracias a sus conocimientos médicos, a la población napolitana diezmada por el cólera, rechazando sin embargo los títulos de agradecimiento que la burguesía le ofrecía.

En marzo de 1885, para evitar la persecución en Europa, decide huir a la Argentina. Allá fundará sindicatos (la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos), promoverá la organización del proletariado, y a la vez se introducirá en fuertes luchas ideológicas con anarquistas individualistas.


En 1889 vuelve a Italia e inicia una larga etapa de creación y fundación de periódicos y revistas libertarias como L'Associazione (1889), L'Agitazione (1897), L'Internazionale (1901), La Rivoluzione Sociale (1902), Volontá (1913), Umanita Nova (1920), Pensiero e Volontá (1924); de las cuales, las tres últimas son las más importantes por su prestigio entre la prensa anarquista internacional de la época.



Después de ser condenado a siete meses de cárcel en Italia y a arresto domiciliario, escapa a Inglaterra desde donde pasa pronto a Estados Unidos. En 1900 vive en La Habana, y posteriormente se traslada a Nueva York y a Londres, donde trabaja de mecánico electricista durante 13 años, atento siempre a los movimientos sociales y a mantenerse al día con el pensamiento científico y filosófico.

En 1907, en el Congreso Internacional Anarquista de Ámsterdam, vuelve a verse envuelto en pugnas contra los anarquistas individualistas. Este mismo año publicará polémicos artículos atacando el sindicalismo como cúspide del anarquismo. Entendía por tal no a la participación de los anarquistas en sindicatos sino a que los mismos se fundiesen en ellos. Sostenía la necesidad de la participación en los sindicatos (y otras organizaciones populares de lucha) pero a la vez la necesidad de la organización política de los anarquistas.


ÚLTIMO ETAPA:




En 1914 interviene en el Congreso del Fascio Comunista Anarchico, así como también participa en una campaña insurreccional dirigida contra la Monarquía de Saboya y el Vaticano. Con la llegada de la Primera Guerra Mundial, Malatesta se muestra absolutamente partidario de la oposición activa al esfuerzo de guerra en todos los países por considerarla una guerra fratricida en provecho de los intereses de minorías explotadoras

En 1919 acaba de nuevo su exilio, es recibido en Italia como un héroe legendario. Meses después dirige el diario milanés Umanitá Nuova, donde nuevamente es arrestado. En 1920 se produce una ola de ocupaciones de fábricas por parte de los trabajadores donde Malatesta participa, siendo inspirador del movimiento (desde la Unione Sindicale Italiana

En 1924 a sus 73 años funda la revista bimensual Pensiero e Volontá. Nuevo arresto domiciliario. Escribe sus Recuerdos sobre Bakunin.

En 1931 muy enfermo ya, escribe ensayo sobre Kropotkin, el maestro del que discrepaba, discrepancia que no impide el reconocimiento hacia él.

Con la llegada de Mussolini, Malatesta es procesado por su participación antifascista en varias revistas. Prisionero en su domicilio, aislado y reprimido por el fascismo. El 22 de julio de 1932 muere en medio de mil penalidades (hambre, ostracismo, interdicción civil,) ya que Mussolini lo sometió con especial sadismo durante sus últimos años. Como patética muestra de ello, es la carta de la esposa de Malatesta a Luigi Fabbri, recogida en los Scritti Scelti de G. Berneri.



Visión sobre el Estado



Sobre la organización política Malatesta sigue un método muy didáctico: en primer lugar define el origen del estado y del gobierno, posteriormente hace una crítica al sistema de estado y de gobierno en la actualidad y finalmente propone la alternativa del anarquismo como organización social y política.

Para Malatesta la palabra Estado significa el conjunto de instituciones que sustraen al pueblo la gestión de sus propios asuntos, para, mediante la delegación, confiar a algunos individuos la facultad de hacer leyes sobre todos y para todos (en esto coincide con Engels). Además, Malatesta insiste en el hecho de entender como sinónimos Estado y gobierno. La abolición del estado será, según él, la abolición de organización política que se apoya en la autoridad, y a la vez, la construcción de una sociedad libre y anti-autoritaria con los motores de la armonía y el concurso voluntario, para satisfacer todas las necesidades sociales.
El autor, a la vez, rechaza dos tipos de definiciones de Estado: en primer lugar, rechaza que estado se entienda como vínculo de conexión social, ya que por consiguiente, anarquía se podría entender como disgregación social. En segundo lugar, rechaza el concepto de estado meramente como poder central, ya que consecuentemente anarquía se podría entender solo como cantonalismo y comunalismo. Por estas dos razones, Malatesta propone evitar la frase "abolición de estado" y sustituirla por "abolición de gobierno".

Sobre el concepto de gobierno, Malatesta apunta que éste se ha constituido históricamente a partir de un hecho de fuerza (usurpación) o de la imposición por parte de un grupo social (predominio de la minoría sobre la mayoría). Respecto a este concepto, el autor nos da dos definiciones contrapuestas. La primera, que según él es la de "ellos" y consiste en entender gobierno como una entidad moral que contiene atributos de razón, justicia e independencia, con un poder social abstracto. La segunda definición, que según Malatesta es la de "nosotros", definiendo el gobierno como un conjunto de gobernantes que legislan para reglamentar las relaciones del hombre, que decretan, que fuerzan al servicio militar, que castigan, que monopolizan, que declaran la guerra y que obligan a todo el mundo con la finalidad de designios particulares. Su crítica al gobierno se basa en el hecho de que los gobernantes no pueden estar excepcionalmente dotados para apartar a los propios individuos de sus deliberaciones.
Una vez rechazado por amplias razones el concepto de Estado y gobierno, Malatesta propone la anarquía como modelo social y político en sustitución del modelo que impera en la actualidad.
Según Malatesta, el anarquismo tiene una única razón de ser, y es la rebelión moral contra la injusticia. El anarquismo nace cuando alguien ve que las causas de todo mal son las luchas entre los hombres con el dominio de los vencedores y la explotación de los vencidos; la sumisión de unos ante los otros a lo largo de la historia, con el consecuente nacimiento del capitalismo, el estado y la propiedad privada.


Crítica al Marxismo-Leninismo



Es importante también la crítica que Malatesta hace al marxismo y al bolchevismo que podemos resumir en cuatro puntos. Primeramente Malatesta afirma que el comunismo no es el resultado lógico y necesario de las fuerzas económicas sino el producto de una conciencia generalizada de la solidaridad entre los hombres, diferenciándose del concepto marxista y bolchevique de comunismo. En segundo lugar critica el concepto de revolución que tiene por meta instaurar el marxismo ya que para él no consiste en la toma del poder por parte de la clase obrera ni en implantar una dictadura del proletariado; en oposición a esto, Malatesta considera la revolución como un medio para liquidar a todo gobierno y para la toma de posición, por parte de los grupos trabajadores, de la tierra y los medios de producción. En tercer lugar, el autor se aleja del marxismo y bolchevismo ya que para él la edificación de una sociedad comunista debe concebirse como resultado de un largo proceso evolutivo y no puede ser uniforme ni simultáneo. Para el autor "ningún sistema puede ser vital y liberar realmente a la humanidad de la atávica servidumbre, si no es fruto de una libre evolución". Finalmente, en relación a la definición de rebelde vista anteriormente, se puede entender, aunque sutilmente, que los individuos a los que se refiere el autor (aquellos pertenecientes a la clase oprimida que no rechazan la idea de convertirse en opresores) responden claramente a los bolcheviques y a su idea de la dictadura del proletariado.



Comunismo e individualismo


Pero para ser anarquistas no basta querer la emancipación del propio individuo, queremos que la emancipación de todos; no basta rebelarse a la opresión, pero nos negamos a ser opresores, deben entender los vínculos de solidaridad, natural o querida, que unen los hombres a los otros, tenemos que amar a nuestros símiles, sufrir los males de los demás, no sentirse felices si se sabe que los demás son infelices. Y esto no es una cuestión de acuerdos económicos: es cuestión de sentimientos, o, como se dice teóricamente, cuestión de ética.

De tales principios y tales sentimientos, comunes a pesar el diverso lenguaje, a todos los anarquistas, se trata de encontrar a los problemas prácticos de la vida las soluciones que mejor respetan la libertad y mejor satisfacen los sentimientos de amor y de solidaridad.
Aquellos anarquistas que se dicen comunistas (y yo me encuentro entre ellos) son tales no porque quieren imponer su especial modo de ver o crean que fuera de eso no hay salvación, porque están convencidos hasta prueba contraria, que mas los hombre están unidos y mas intima es la cooperación de sus esfuerzos a favor de todos los asociados, mas grande es el bienestar y la libertad de cada uno puede gozar.
El hombre, ellos piensan, si incluso es liberado de la opresión del hombre, queda siempre expuesto a las fuerzas hostiles de la naturaleza, que él no puede ganar solo, pero puede con el concurso de los demás hombres dominar y transformar en medios del propio bienestar. Un hombre que quisiese provisionar a sus necesidades materiales trabajando solo, seria esclavo de su mismo trabajo. Un agricultor, por ejemplo, que quisiese cultivar el solo su pedazo de tierra, renunciaría a todas las ventajas de la cooperación y se condenaría a una vida de miserable: no podria concederse periodos de reposo, viajes, estudios, contactos con la vida múltiple de los vastos agrupamientos humanos… y no podria siempre comer.
Es grotesco pensar de los anarquistas, por cuanto se digan y sean comunistas, quieran vivir con en un convento, someter regla común, a la comida y a los vestidos uniformes, etc; pero sería igualmente absurdo pensar que ellos quieran hacer lo que les gusta sin tener cuenta las necesidades de los demás, del derecho de todos a una igual libertad. Todos saben que Kropotkin, por ejemplo, el cual fue entre los anarquistas uno de los más apasionados y el más elocuente propagador de la concepción comunista, fue al mismo tiempo grande apóstol de la independencia individual y quería con pasión que todos pudiesen desarrollar y satisfacer libremente sus gustos artísticos, dedicarse a las búsquedas científicas, unir armoniosamente el trabajo manual y el intelectual para convertirse en hombres en el sentido más elevado de la palabra.
Mas, los comunistas (anarquistas se entiende) creen que a causa de las diferencias naturales de fertilidad saludable y posición del suelo, sería imposible asegurar individualmente a cada uno iguales condiciones de trabajo a realizar, si no la solidaridad, al menos la justicia. Pero al mismo tiempo ellos se dan cuenta de las inmensas dificultades para practicar, primero de un lardo periodo de libre evolución, aquel voluntario comunismo universal que ellos consideran cual ideal supremo de la humanidad emancipada y unida. Y llegan entonces a una conclusión que podria expresar con la formula: cuanto más comunismo es posible para realizar el más posible del individualismo, es decir el máximo de solidaridad para gozar el mismo de libertad.
Por otro lado los individualistas ( hablo se entiende, siempre de anarquistas) por reacción contra el comunismo autoritario – que ha sido en la historia la primera concepción que se ha presentado a la mente humana de una forma de sociedad racional justa y que ha influenciado más o menos todas las utopías y todos los tentativos de realización – por reacción, digo, contra el comunismo autoritario que en nombre de la igualdad hace caer y destruye la personalidad humana, han dado la mayor importancia al concepto abstracto de libertad o no se han dado cuenta o no han insistido, que la libertad concreta, la libertad real y condicionada de la solidaridad, de la fraternidad y de la cooperación voluntaria. Habría nada de malo pensar que quieren privarse de los beneficios de cooperación e imposible condenar a un imposible aislamiento. Ellos comprenden ciertamente que el lavoro isolado e/o impotente y que el hombre, para asegurarse una vida humana y gozar materialmente de todas las conquistas de la civilización, o debe explotar directamente o indirectamente el trabajo de los demás y prosperar de las miseria de los trabajadores, o asociarse con sus símiles y dividir con ellos los pesos y las alegrías de la vida. Siendo anarquistas no pueden admitir la explotación del hombre sobre el hombre, deben necesariamente estar de acuerdo que para ser libres y vivir como hombres tenemos que aceptar un grado y una forma cualquiera de comunismo voluntario.
Su pequeña crítica al movimiento anarquista es que, según él, a pesar que no debe verse la anarquía como algo utópico y lejano, se ha descuidado mucho de qué manera se llega a ella, despreocupándose de los medios y caminos para implantarla. A la vez, hace algunas aclaraciones sobre el concepto de "anarquista" y critica el pseudoanarquista. Según Malatesta, no basta para ser anarquista creer en el ideal de la anarquía, sino que hay que luchar para alcanzarla, reclamando siempre libertad y justicia. También rechaza el hecho de aparejar el concepto de rebelde al de anarquista. Define a los rebeldes como individuos pertenecientes a la clase oprimida que no rechazan convertirse en opresores; individuos con mentalidad y sentimientos de un burgués frustrado. Por todo esto, rechaza la confusión entre rebelde y anarquista.

La Solidaridad



Según Malatesta, el principio básico de la anarquía es la solidaridad voluntaria. Su extensa teoría sobre la solidaridad empieza con los orígenes de ésta. El ser humano, dentro de su entorno natural, necesita asegurarse la existencia de una manera necesaria, instintiva e inconsciente, mediante dos tipos de lucha. La primera, de carácter individual contra su entorno y contra otros individuos. La segunda, mucho más importante, mediante la cooperación, el apoyo mutuo y la asociación contra factores naturales que niegan el desarrollo y el bienestar. Así pues, la conclusión es obvia: la cooperación es la única manera que el hombre tiene para progresar. El hombre ha podido salir del estado de animalidad gracias a su instinto de sociabilidad cooperativa, haciendo que la conservación de la especie mediante la solidaridad llegue a ser el fondo de la naturaleza moral del hombre. Malatesta destaca la adquisición del lenguaje como factor vital para llegar a la sociabilidad.
El hombre tiene la capacidad de asociarse de modo extensivo. Esto lo distingue de los animales, ya que su capacidad asociativa no llega más allá de una comunidad. Por ejemplo, las hormigas pueden asociarse dentro de un hormiguero, pero nunca con las hormigas de otro hormiguero.
Malatesta coincide con Bakunin cuando afirma que la emancipación individual no es posible sin la emancipación colectiva, mediante la solidaridad.
El autor ve la solidaridad como un concepto natural y evolutivo ligado al hombre. A pesar de esto, ve un quiebre entre solidaridad y humanidad en un determinado momento de la historia. Desde el momento en que algunos hombres descubrieron que podían aprovecharse de la cooperación y solidaridad de todos los otros, les sometieron bajo su dominación. Así, la solidaridad que tendría que haber llegado a todas las relaciones humanas, sufrió un cambió de dirección que conllevó el nacimiento de la propiedad privada y el gobierno. De este modo se ha desviado la lucha de todos para el bienestar de la humanidad por la lucha de todos contra todos. Esta situación no puede cambiar hasta que los explotados de todo el mundo no se den cuenta que su libertad pasa por la posesión de los medios de producción, de la tierra y de los instrumentos de trabajo, es decir, la abolición de la propiedad individual. Con la abolición de ésta, el gobierno, su principal defensor, también debería desaparecer de tal modo que la cooperación y la solidaridad volverían a ser libres, voluntarias y directas y se desarrollarían en el más alto grado.
Así pues, resumiendo el amplio concepto de Malatesta sobre la solidaridad, hay que decir que ésta es natural en el hombre, que en determinado momento sufre un brusco cambio para ser aprovechada en beneficio de unos pocos, siendo la propuesta del autor la reubicación de la solidaridad hacia el bien de la humanidad llegando a un estado de anarquía, mediante la supresión de la propiedad privada y del gobierno.


Crítica a la Democracia Representativa


Un aspecto a destacar es la crítica a la democracia representativa que hace Malatesta. En primer lugar, su crítica se centra en el sufragio universal. Éste, según el autor, se basa meramente en la cantidad, hecho que no contempla la equidad. Afirma que el sufragio universal no es nada más que la capacidad de saber engañar a la masa y que genera vencedores (con el cinismo de la mitad más uno) y vencidos. Además, el hecho de que el gobierno sea escogido por una mayoría no garantiza que éste sea racional y justo, ni que obre en favor de los intereses comunes. También añade que además de los problemas estructurales del sufragio universal, los mecanismos electorales no son capaces de representar auténticamente a las mayorías.
Para entender el origen del parlamentarismo, Malatesta nos habla de dos tipos de opresiones históricas: la opresión directa mediante la fuerza, o la indirecta, que será el origen del parlamentarismo. Así, el parlamentarismo moderno, no es más que la dominación de la clase capitalista mediante la fuerza aplicada sutil e indirectamente. El autor ejemplifica este engaño afirmando que el proletariado, en muchos países, obtiene mayorías en las elecciones del gobierno. Esto no es más que una concesión de la burguesía para evitar que el pueblo se emancipe absolutamente. Así, el derecho de sufragio concedido al pueblo no es más que algo ilusorio y que solo sirve para consolidar el poder de la burguesía, engañando de forma descarada al proletariado. Por todo esto, Malatesta afirma que "aún con el sufragio universal, el gobierno ha continuado siendo el gendarme da la burguesía."
 

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