martes, 11 de septiembre de 2012

25 principios de moral


25 principios de moral


Alain de Benoist

No me gusta gran cosa la “moral”. Conozco demasiado su genealogía (que considero suficientemente esclarecida por Nietzsche). Por otra parte, tiendo a considerar que hay tantas “morales” como niveles de humanidad posibles, lo que supone un número bastante respetable.

En cambio, sí creo mucho en los PRINCIPIOS, que pueden ser también reglas de vida. (Todo devenir histórico va del mito al principio, por el rodeo de una idea). Por lo que puedan valer, he aquí los míos; espero no serles in­fiel con demasiada frecuencia.

1/. EL HOMBRE ES EL COMPAÑERO DE DIOS, su socio para lo bueno y lo malo. Ambos crean en común. Dios no está por encima ni fuera de noso­tros. Tampoco se encuentra más allá de nuestras sensaciones. Lo importante no es creer en Dios, sino obrar de tal modo que él pueda creer en nosotros.

Encontrarlo e identificarlo en nosotros, desvelarnos como él. Cuerpo y alma son una sola y misma cosa. Someter el uno a la otra, contraponer ambas nociones, son actitudes procedentes de una misma enfermedad del espíritu.

Un Dios que no se comporta como tenemos derecho a esperar merece ser repudiado, a condi­ción de que quien lo repudia haya dado lo me­jor de si mismo.

2/. NO BASTA CON HABER NACIDO, HACE FALTA TAMBIÉN “SER CREADO”. La creación es posterior al nacimiento; sólo podemos ser “creados” por nosotros mismos. Así es como uno se da un alma.

El maestro Eckhart habla de “autocreación” (Selbstschöpfung): Fui causa de mí mismo, pues quise ser yo y no fui ninguna otra cosa.

Fui lo que quise, y lo que quise, eso fui”.

En los Eddas (Hávamál, V) hay una imagen de Odín en la que se ofrece en sacrificio a sí mismo. Un pueblo instaura una cultura cuando se convierte en causa de sí mismo, cuando sólo en sí mismo (en su tradición) encuentra la fuente de una perpetua novedad.

Otro tanto ocurre con el hombre: debe hallar en sí mismo las causas de sí y los medios para superarse (un Jefe de Estado es decadente cuando tiene su autoridad de otro, de algo distinto a la trascendencia de su propio principio).

3/. LA VIRTUD NO ES UN MEDIO REFERIDO A ALGÚN FIN ÚLTIMO. Es en sí misma su propio fin, su propia recompensa.

La reconquista interior o reconquista de uno mismo es el punto de partida tanto de toda búsqueda como de toda conquista. Y, para empezar, el reconocimiento y redescubrimien­to mutuo del animus y el anima. Establecer sobre nosotros mismos un imperio soberano.

Ser para uno mismo su propio objeto. Obedecer al Señor que hay en nosotros. Búsqueda del justo medio.

4/. SER UNO MISMO NO BASTA COMO CONSIGNA. Es preciso también llegar a ser lo que uno puede ser, construirse en función de la idea que uno se hace de sí mismo. No estar nunca satisfecho de sí. Querer cambiarse an­tes de querer cambiar el mundo, estar más dispuesto a aceptar el mundo como es que aceptarme como soy.

Desarrollar entre nuestras potencialida­des, aquellas que nos hacen específicamente humanos. Y, entre éstas, las que nos hacen ser nosotros mismos. Una VOLUNTAD fuerte nos permite ser lo que queremos, sin que im­porte lo que éramos. La voluntad prima sobre cualquier determinismo, incluso el del na­cimiento, a condición de ser capaces de querer.

Y, ante todo, cultivar la energía interior, esa energía de la que “puede dar tantas pruebas la hormiga como el elefante” (Stendhal), y que nos permite ser en invierno aquello por lo que retorna la primavera.

5/. FIJAR NUESTRA PROPIA NORMA, Y ATENERNOS A ELLA.

Tomarnos como ley, a condición de no luchar contra esa ley (lo que no impide dar nuevas di­mensiones a la perspectiva elegida). No ceder.

No plegarse. Continuar cuando no hay razo­nes para hacerlo. Ser fieles a las causas traicionadas, serlo por quienes no lo han sido. Ser también fieles a quienes ya no lo son.

Defender contra todos y aun contra uno mis­mo la idea que uno se hace de las cosas y que­rría poder hacerse de sí mismo.

6/. NO TOMAR “POSESIÓN” DE LOS DEMÁS HASTA NO HABER TOMADO “POSESIÓN” DE UNO MISMO: Obligar­se a sí mismo, condición primera del derecho a obligar a los demás.

También: soportar a nuestros contemporáneos tras habernos soportado a nosotros mismos.

El hombre de calidad tiene ante todo exigencias para consigo mismo, el hombre del común no las tiene más que frente a los demás (Confucio).

El poder debe basarse en la superioridad, no la superioridad en el poder. Los que diri­gen tienen derecho a poseer, pero los que poseen no tienen por ello necesariamente derecho a dirigir.

El hombre de calidad está más allá de los despotismos; domina a los dominadores por cami­nos que le son propios. “Una nueva nobleza es necesariamente opuesta a todo lo que es popula­cho y déspota.” (Nietzsche).

Cuanto más alto se sube, más solo se camina y más debe uno contar consigo mismo. Los que están arriba son responsables de los que están abajo, y deben responder a lo que de ellos se espera. Sólo tienen “privilegios” en la medida en que es realmente posible descansar en ellos; de lo contrario, todas las rebeliones son justas.

Seguir libremente a quienes nos son supe­riores: orgullo de haber encontrado un Señor (Stefan George). La contrapartida de la sumi­sión no es el dominio, sino la protección. Se tiene el derecho de obedecer y el deber de mandar(se), no a la inversa.

Proclamar el deber de tener derechos, y el hermoso derecho a tener deberes.

7/. EL MUNDO ES TRAGEDIA INCONMENSURABLE.

Toda existencia es trágica, toda afirma­ción lo es también.

El mundo es un caos, pero podemos darle una forma. Lo que hacemos no tiene más sentido que el que nosotros le demos.

Contrapartida: todo repercute en todo. Nuestros gestos más íntimos tienen consecuencias en las partes más remotas del universo.

El mal carece de existencia positiva. Es una simple limitación de lo que deviene, una limitación de la forma que los seres dan al mundo.

Una pura, una eterna negación.

8/. MERECEMOS TODO LO QUE NOS PASA, indivi­dual y colectivamente.

Pasado cierto umbral, no hay ni suerte ni azar: la fuerza de nuestros adversarios no es nunca, en último análisis, más que nuestra propia debilidad.

En consecuencia, no sólo aceptar, sino querer lo que sucede. Querer lo que sucede desde el momento en que no hemos podido impe­dir que ocurriera. No resignación, sino mantenimiento de nuestra propia libertad.

“Amor fati”: el único medio de obrar cuando no se puede ya obrar.

Estoicismo: la única conducta posible cuando las otras ya no lo son. Hacer de modo que aquello sobre lo que nada podemos tampoco pue­da nada sobre nosotros ( Julius Evola ).

9/. EN PRINCIPIO FUE LA ACCIÓN.

Las cosas grandes y fuertes no tienen razón de ser; por eso deben ser hechos (pero no todo lo inmotivado es necesariamente grande y fuerte).

Lo verdaderamente importante es la acción, no quien la emprende; la misión, no quien la cumple.

Contra el individualismo, por una “impersonalidad activa”. Lo que uno debe hacer no se explica en términos de motivación.

Nobleza calla.

10/. EL HONOR: NO FALTAR NUNCA A LAS NORMAS QUE UNO SE HA DADO.

La imagen que uno se hace de sí mismo se convierte en verdadera -cosa evidente- desde el momento en que uno se conforma a ella.

A partir de entonces, poco importa que se trate de una “imagen” o de una “realidad”: am­bos términos se confunden.

La idea se hace carne: tal es la auténtica encarnación del Logos. Toda promesa obliga, y no hay circunstancia que exima de esa obligación.

Poder estar orgulloso de uno mismo: el me­jor medio para no tener que avergonzarse de los demás.

11/. EL ESTILO ES EL HOMBRE.

La liturgia cuenta más que el dogma.

Lo bello nunca está mal. Más vale hacer bien las cosas mediocres que mal las cosas excelentes. El modo en que se hacen las cosas vale más que las cosas mismas.

El modo como uno vive sus ideas vale más que esas ideas. El modo en que se vive vale más que lo que uno vive, y a veces más que la vida.

Más sencillez que modales, dan un palur­do; más modales que sencillez, un pedante; tantos modales como sencillez, un hombre de calidad. (Confucio).

12/. NIETZSCHE: “¿QUÉ ES LO NOBLE? Buscar las situaciones en que se impone tomar una actitud. Dejar para la mayoría la “felicidad”, esa felicidad hecha de sosiego, virtud, comodidad y mercantilismo a la anglosajona.

Buscar instintivamente las responsabili­dades más pesadas.

Saber hacerse enemigos en todas partes, y en el peor de los casos, serlo uno mismo.”

13/. ANTEPONER EL DEBER A LAS PASIONES, Y LAS PASIONES AL INTERÉS.

Llevar a cabo “buenas acciones” para con seguir la salvación, ir al cielo, etc., es también servir a los propios intereses.

Hacer lo que uno debe, no lo que a uno le gusta. Para eso hace falta un “aprendizaje”: el hombre necesita reglas para hacerse a sí mismo, porque es infinitamente maleable.

El trabajo como servicio, el deber como destino.

14/. CONSEGUIR Y REHACER SIN DESCANSO LA ARMONÍA VITAL ENTRE LAS CONTINGENCIAS Y LOS PRINCIPIOS.

Hacer de modo que los actos sean confor­mes a las palabras.

Aquel cuyas palabras desmienten sus actos no es más dueño de si que aquel cuyos actos desmienten sus palabras.

Ser sincero no consiste en decir la ver­dad, sino en volcarse por entero, sin segundas intenciones, en cuanto uno emprende.

15/. NO ARREPENTIRSE, SINO APRENDER.

Hacer todo lo posible por no causar daño.

Si uno lo causa, no tratar de justificar­se. Las justificaciones que uno se da son otras tantas huidas frente a uno mismo.

El arrepentimiento no trata de borrar la falta, sino de tranquilizar la conciencia.

Devolver bien por bien, justicia por mal. (Si se devolviese bien por mal, ¿qué haríamos a cambio del bien, y que valor tendría?).

16/. NO PERDONAR NUNCA; OLVIDAR MUCHO. NO ODIAR NUNCA; DESPRECIAR A MENUDO.

Sentimientos plebeyos: el odio, el ren­cor, la susceptibilidad, la vanidad, la avaricia.

El odio, lo contrario del desprecio; el rencor, lo contrario del olvido; la suscep­tibilidad y la vanidad, lo contrario del orgullo; la avaricia, lo contrario de la ri­queza.

De todos estos sentimientos, el más despreciable es el resentimiento. Decía Nietzsche: “Se acerca el tiempo del más despreciable de los hombres, el que ni siquiera es ya capaz de despreciarse a sí mismo.”

17/. CONTRA EL UTILITARISMO.

Con los hombres ocurre como con los ejércitos. Los soldados que para luchar bien necesitan saber por qué luchan son ya malos soldados.

Los hay aún peores: los que necesitan estar convencidos de que su causa es la buena.

Y peores aún: los que sólo luchan cuan­do tienen posibilidades de vencer.

Cuando uno debe emprender algo, sólo de modo secundario se ocupa de saber si la empresa puede o no ser coronada con el éxito. La máxima de Taciturno es la clave del gra­bado de Durero, El caballero, la muerte y el diablo.

Pero no basta con emprender sin estar seguro de vencer. Es preciso emprender in­cluso cuando se está seguro de fracasar, y precisamente por ello: porque permanecer fiel a las normas que uno se ha dado es entonces la única manera honorable de salir del trance.

Piénsese en el “soldado de Pompeya” (Spengler), o en el ejemplo de Régulo. Querer hacer como el contrario con el pretexto de que le ha resultado bien, es convertirse en ese contrario, no ser diferente de él.

Hay bajeza desde el momento en que uno se pregunta “¿para qué sirve eso?”, “¿qué se saca con ello?”, “¿qué nos obliga a hacerlo?”.

No hay mayor absurdo que el de intentar conservar a cualquier precio una vida que vamos a perder de todos modos.

18/. TANTO LA VIRTUD COMO EL VICIO SOLO PUEDEN SER PATRIMONIO DE UNA ÉLITE.

Ambos exigen la misma capacidad de auto­dominio, y dependen menos de la “moral” que de la pura voluntad.

La libertad de hacer algo va siempre unida a la libertad frente a ese algo. En otros términos, sólo hay que querer las cosas a las que uno se siente capaz de renunciar.

Julius Evola: “Te está permitido hacer algo en la medida en que puedes también abstenerte de hacerlo (…). Te está permitido querer algo -y obtenerlo- en la medida en que eres capaz de abstenerte de ello.”

19/. NO TRATAR DE CONVENCER, SINO MÁS BIEN DE DESPERTAR.

La vida encuentra sentido en lo que es más que ella, pero no está más allá de ella.

Lo que es más que la vida no se expresa en (y por) palabras, pero “se siente” a ve­ces.

Dar preferencia al alma sobre el espíri­tu, a la vida sobre la razón, a la imagen sobre el concepto.

20/. EL LIRISMO PUEDE SERVIR DE REGLA “MO­RAL”, a condición de que hayamos tomado co­mo relación esencial de la existencia, no la del hombre con el hombre, sino la del hombre con el universo. (El único modo de solidarizarse con el mundo desde arriba es hacerse por analogía con él.)

Los grandes jefes de Estado son los que hacen que los pueblos puedan pensarse de una manera lírica.

21/. ELPRESENTE ACTUALIZA TODOS LOS PASADOS, POTENCIALIZA TODOS LOS FUTUROS.

Aceptar el presente, mediante la asunción jubilosa del instante, es poder gozar a un mismo tiempo de todos los instantes.

Pasado, presente y futuro son las tres perspectivas, igualmente actuales, conferidas a todo momento del acontecer histórico.

Romper definitivamente con la concepción lineal de la historia. Cuanto hace­mos compromete a lo que ha acontecido con el mismo motivo que a lo que está por ve­nir.

22/. FIN DE LA VIDA: PONER ALGO IMPORTANTE ENTRE UNO Y LA MUERTE.

Tanto la época como la sociedad pueden impedírnoslo. La sociedad tiene dos modos de volvernos locos: exigir demasiado o no proponer lo bastante.

Hay hombres para los que ambas cosas pueden ser una misma.

23/. SOLEDAD.

Saber ser del partido de la estrella polar la que sigue en su sitio mientras las demás giran. La paz reside en el centro del movimiento (Jünger), en el eje de la rueda.

Cultivar en nosotros lo que el hombre de calidad conserva, inmutable, en todas las situaciones: el “yen” confuciano, el “púrusha” de los arios y la “humanitas” de los romanos, el núcleo íntimo del ser.

24/. N0 HAY MÁS PIEDAD AUTÉNTICA QUE LA FILIAL, EXTENDIDA A LOS ANTEPASADOS, A LA ESTIRPE Y AL PUEBLO.

Cuando Jesús afirma que José no es su verdadero padre -que es el hijo de un Dios único, el hermano de todos los hombres- , inicia el proceso de negación de la paternidad.

Nuestros antepasados muertos ni están espiritualmente muertos ni han pasado a otro mundo. Están a nuestro lado, en muchedumbre invisible y ruidosa. Nos rodean mientras ven su futuro perpetuado en su descen­dencia, y el deber de hacer respetar su nombre.

25/. TODOS LOS HOMBRES DE CALIDAD SON HERMANOS,cualquiera que sea su país y su época.

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